Triple Corona Pirenaica. Una aventura de gran formato

Editorial: Desde Travesía Pirenaica, nos emociona compartir esta aventura firmada por Geert van Nispen, uno de los referentes europeos en autosuficiencia y larga distancia en montaña. Su reto: unir GR10, GR11 y HRP en un solo viaje. Aquí su relato, en primera persona.

Este artículo es una traducción autorizada del original publicado por Geert van Nispen en su página web: Pyrenean Triple Crown avontuur. Een avontuur van formaat

Hay momentos en la vida en los que algo empieza a temblar profundamente en tu interior. Un susurro, una llamada que no puedes ignorar. Así empezó para mí: la llamada de los Pirineos. Es como si estas montañas, antiguas y sabias como la propia tierra, quisieran decir algo. Su silencio tiene una voz, su sombra una historia. Y esa historia se ha convertido en la mía. Ha nacido mi aventura Pyrenean Triple Crown.

Aventura Pyrenean Triple Crown

La llamo mi Pyrenean Triple Crown adventure. Una gran aventura como regalo para mí mismo por mi quincuagésimo cumpleaños. Una travesía de gran formato a través de los Pirineos, por un mundo tan salvaje como sobrecogedor. Una aventura que me conduce por tres rutas que juntas forman la columna vertebral de este macizo montañoso: la GR10 francesa, la GR11 española y la Haute Randonnée Pyrénéenne, la HRP. Tres líneas a través del tiempo, tres maneras de leer las montañas. Juntas forman un todo, un camino de fuego, piedra, silencio y horizonte infinito.

📋 La «Triple Corona Pirenaica» es un concepto inspirado en la renombrada «Triple Crown» del trekking en Estados Unidos. La Triple Corona estadounidense es un desafío que consiste en completar tres de las rutas de larga distancia más icónicas del país: el Pacific Crest Trail (PCT), el Appalachian Trail (AT) y el Continental Divide Trail (CDT). Estos senderos suman más de 12,000 kilómetros a través de algunos de los paisajes más impresionantes de Norteamérica. AQUÍ TODA LA INFORACIÓN SOBRE LA RUTA.

Una arteria de roca

Los Pirineos son más que simples montañas. Son una frontera, un muro entre dos mundos. Desde el océano Atlántico hasta el mar Mediterráneo se extienden como una arteria de roca. Sus picos se elevan por encima de los tres mil metros. Sus valles susurran historias sobre pueblos antiguos, sobre aventureros, sobre lucha y resistencia. Aquí caminaron romanos, se refugiaron fugitivos, rezaron monjes en monasterios que parecen estar fundidos con la roca. Todo respira historia. Y cuando estás allí, sientes que formas parte de algo mucho más antiguo que tú mismo.

No quiero simplemente escalar esas montañas. Quiero vivir en ellas, desaparecer en ellas, respirar dentro de ellas. El movimiento no es para mí un deporte, sino una forma de existencia. Cada paso, cada respiración es una conversación con el mundo. Cuando camino, me siento vivo. El suelo bajo mis pies, el olor de la tierra húmeda tras la lluvia, el ritmo de mi respiración que se funde con el ritmo de la montaña. Ese es el idioma en el que me vuelvo a encontrar.

Al límite

¿Por qué esta aventura? Porque quiero saber hasta dónde puedo llegar. No en kilómetros, sino en fuerza, en voluntad, en entrega. Quiero poner a prueba mi cuerpo, pero quizá aún más mi mente. Buscar el límite donde el cansancio se transforma en descanso, donde el miedo se transforma en enfoque, donde el silencio no está vacío, sino lleno de significado. Porque solo allí, en ese borde, siento que vivo.

Los Pirineos tienen algo místico. Hay un aire de magia, como si cada valle guardara un secreto. A veces caminas entre la niebla que lo engulle todo y sientes que el mundo deja de existir por un momento. Luego, de repente, el sol rompe las nubes y todo parece renacer. En ese cambio constante reside su poder. Nunca puedes poseer las montañas, nunca puedes comprenderlas. Solo puedes fundirte con ellas, respetarlas, dejarlas entrar. Y quizá, solo quizá, ellas también te dejen entrar a ti.

Pequeño, casi insignificante

Haré esta travesía, como todas mis aventuras, self-supported. Todo lo que necesito lo llevo conmigo: tienda, sistema de descanso, ropa, comida. Sin lujos, sin certezas, solo lo necesario. A veces dormiré en refugios de montaña o en mi tienda. Pero la mayoría de las veces, bajo las estrellas. El sonido del agua corriente será mi canción de cuna, el susurro del viento mi compañero. Los días serán largos, los caminos infinitos. A veces me perderé. A veces dudaré. Y precisamente ahí me encontraré a mí mismo.

Las montañas no conocen la compasión. Exigen respeto, disciplina, humildad. A veces el tiempo cambiará sin aviso. Truenos en la distancia, lluvia que convierte los senderos en ríos. El sol que quema tu piel o el frío nocturno que lentamente penetra en tus huesos. Y entonces, la comprensión: aquí soy pequeño, casi insignificante, pero al mismo tiempo parte de algo inconmensurablemente grande.

La verdad de la sencillez

La naturaleza en su forma más pura te enseña la verdad de la sencillez. Encontrar agua se convierte en un ritual, comer en un regalo. Cada paso cobra significado. Y entre todos esos desafíos físicos se despliega otro viaje, el interior. La confrontación contigo mismo, con tus pensamientos, tus miedos, tu cansancio. Pero también con tu deseo, tu perseverancia, tu impulso de seguir adelante, incluso cuando se vuelve difícil.

Los Pirineos son un mundo en sí mismos. Bosques que huelen a resina y humedad, valles donde silban las marmotas, águilas que giran alto en el cielo. Y cuando cae la noche, las montañas se aquietan. Entonces desciende una paz que no se encuentra en ningún otro lugar. El aire se vuelve delgado, los colores se desvanecen, el cielo se abre. Miles de estrellas aparecen y llega la comprensión de que aquí, en este lugar, formas parte de algo eterno.

Cada viaje comienza con un primer paso. Pero esta aventura comienza con una promesa. Una promesa a mí mismo de atreverme a abrazar lo desconocido. De no rendirme ante el frío, el cansancio o la duda. De escuchar lo que las montañas tienen que decirme. Porque esta aventura no trata solo de caminar, correr o cubrir distancia. Trata de soltar. De confiar. De redescubrir la sencillez en un mundo que a menudo gira demasiado rápido.

El ser humano en su forma más pura

Amo estas montañas. No solo por su belleza, sino por su honestidad. No mienten. Dan lo que quieren dar y toman lo que deben tomar. Su fuerza es cruda, indiferente y al mismo tiempo reconfortante. Porque en su silencio se esconde una verdad que a menudo olvidamos: que no necesitamos luchar para existir. Que respirar, moverse, estar presente puede ser suficiente.

La aventura Pyrenean Triple Crown es para mí más que una travesía. Es un símbolo. De dedicación, de pasión, del deseo de sentir lo que significa ser humano en su forma más pura. Quiero atravesar esas montañas como fluye el agua: sin apresurarme, sin forzar, sino siguiendo. Dejarme guiar por las líneas del paisaje, por el aliento del viento, por el ritmo de mi corazón.

Imagina: el primer amanecer sobre el Aneto, el aire que se ilumina suavemente, la piedra fría bajo tu mano, el olor de los pinos y la nieve. Un águila se eleva, el sol arroja su primera luz sobre el valle. En ese momento todo se detiene. Sin prisa, sin objetivo, solo presencia.

Eso es lo que busco. No la cima, sino esa sensación. Ese infinitamente pequeño momento de calma en medio del caos. Allí, entre el cielo y la tierra, entre la respiración y el silencio, allí vivo.

Mi aventura Pyrenean Triple Crown no es una competición. Es una oda a la vida. A las montañas y a la naturaleza. Al movimiento y al valor de escuchar la llamada de algo más grande que tú mismo. Y quién sabe, si lees esto, tal vez tú también oigas esa llamada. Quizás no de los Pirineos, sino de tus propias montañas.

Atrévete a responder. El camino te espera.

La belleza de los Pirineos en todo su esplendor.