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    GR11 en 12 días: la travesía en autosuficiencia de Fernanda Maciel

    Pirineos y montaña 📩

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    🎥 Vídeo completo en YouTube

    Hay quien sueña con un FKT y hay quien, simplemente, necesita moverse rápido y ligero para sentirse en casa. Fernanda Maciel eligió el GR11 para eso: 12 días y 12 horas de Cantábrico a Mediterráneo, sola, con lo justo a la espalda y sin una furgoneta siguiéndola a cada valle. Lo cuenta en una conversación con Jordi: una atleta que fue abogada ambiental y que hizo de los Pirineos su escuela de resistencia y humildad.

    El relato completo lo compartió en el podcast del canal de Jorditoms “ Huellas en la Montaña el Podcast con Jorditoms y Javier «, y aquí hemos recogido las claves más valiosas de la conversación.

    ¿Quién es Fernanda Maciel y por qué eligió el GR11?

    Abogada ambiental de formación, dejó su carrera para dedicarse al trail running. Se instaló en los Pirineos hace más de una década y allí empezó a competir en ultras. Para ella, recorrer el GR11 no era un FKT de manual, sino un viaje interior: “No quería una autocaravana detrás, ni cámaras, ni un equipo pendiente de mí. Quería cero estrés y máxima conexión” [👉 Ver minuto 00:00 del vídeo]

    Fernanda se define con sencillez: energía, coraje, movimiento. No habla de récords sino de estilo: “lo mío no es montar una carrera paralela; es pasar donde otros caminan, pero corriendo, porque es como siento la montaña”. Por eso también decidió la autosuficiencia: no quería cámaras, ni horarios impuestos por un equipo, ni la logística que convierte una travesía en un rodaje. Quería cero estrés y máxima conexión. Esa decisión condiciona todo lo demás: cómo se come, cuándo se corre, qué peso se asume, cómo se digiere el miedo.

    Estrategia de horarios: correr de noche

    Las tormentas veraniegas del Pirineo marcan el ritmo. Fernanda empezó saliendo a medianoche y luego a las 2–3 de la mañana, para parar a media tarde y esquivar rayos y calor. De noche se sentía más fresca y enfocada, aunque a costa de perderse más veces. [👉 Ver minuto 38:49 del vídeo]

    La estrategia de horarios fue quirúrgica y muy pirenaica. Los primeros días salía a medianoche; después, a las 2–3 de la mañana, para poder parar a media tarde y esquivar las tormentas veraniegas que descargan cuando el día ya pesa. De noche, dice, está más fresca y la cabeza enfoca mejor; avanza con ritmo, aunque eso le obligue a correr con frontal y a perderse más de la cuenta alguna vez.

    Cuando el Pirineo se ilumina con rayos

    En un pueblo le advirtieron de un temporal de nivel máximo. Le faltaban 15 km para el refugio y no había dónde quedarse. El parte oficial dice “quédate bajo techo”; el mapa mental dice “me faltan 15–18 km y aquí no hay dónde dormir”. En ese tira y afloja, la decisión es práctica: bastones plegados dentro de la mochila para no ser un pararrayos ambulante, perfil bajo, ropa que cubra y una variante por pista para sortear senderos convertidos en torrentes. “Pasé miedo, mucho miedo”. [👉 Ver minuto 43:39 del vídeo]

    Del plan A al plan real

    El plan A duró un suspiro. Quería un arranque sólido de 90 km, repetir algo parecido el segundo día y a partir de ahí ajustar. La montaña —y un estómago con diarrea por agua sin filtrar— le recordaron lo obvio: el plan siempre es el primero en caer. El día 2 se quedó en 46 km. Canceló reservas, dejó de perseguir una agenda y abrazó una lógica muy de travesía: dormir donde toque y comer lo que entre [👉 Ver minuto 27:04 del vídeo]. El primer día, además, fue un catálogo de calambres raros: cuello, manos, diafragma. Lo dice sin épica, casi con humor cansado.

    Comer en clave autosuficiencia

    Comer, en este contexto, es comer de verdad. Bocatas en la riñonera para que el peso no se lo lleve todo la espalda; chocolate de refugio; electrolitos para no vaciarse por el sudor; BCAA con glutamina para mantener la musculatura y el sistema inmune en pie [👉 Ver minuto 58:08 del vídeo]. Nada de menús de carrera: aquí hay horas largas de caminar y correr, tramos técnicos que te obligan a masticar y valles que se meriendan cualquier pauta preconcebida.

    Peso y material: de 5,3 kg a 4,8

    Salió con 5,3 kg de material, pero el calor le permitió soltar ropa y quedarse en torno a 4,8. La decisión más dura: no llevar dispositivo satelital para ahorrar peso y baterías. Tenía que priorizar móvil, frontal, reloj y GoPro en enchufes disputados en los refugios.

    El peso fue una negociación diaria con el termómetro. Salió con 5,3 kg (impermeable arriba y abajo, una primaloft, dos capas largas, dos frontales), pero al ver el calor tiró ropa y cerró en torno a 4,8 kg [👉 Ver minuto 30:59 del vídeo]. Decidió no llevar dispositivo satelital: ya tenía que cargar móvil, reloj, frontal y GoPro; en los refugios hay pocos enchufes y muchas prisas. Minimalista sí, pero con criterio de seguridad: el Gore-Tex permaneció aunque fuera julio, porque un parón largo bajo lluvia puede enfriar a cualquiera.

    Cuando el cuerpo dice basta

    Hay un momento en que la cabeza dice basta. “Voy a desmayarme”, piensa, y busca cobertura para avisar a su pareja y mandar ubicación. No hay señal. Aparecen dos chicas por la arista; les pide que, si se tumba, se queden un momento a vigilarla. Lo hace: se tumba, respira largo, se deja estar unos minutos. Una de ellas le ofrece una bolita energética de arroz y sésamo. Con eso basta para llegar al refugio, sentarse dos horas en silencio, vaciar la mente y volver a salir al día siguiente con otra luz en el cuerpo [👉 Ver minuto 20:35 del vídeo]. Antes, en otro punto del viaje, la emoción se le desborda: llora de frustración y de cansancio. Habla de cortisol por las nubes, de falta de sueño, de una disfunción visual que le fuerza a leer marcas con más esfuerzo. Y entonces, otra decisión simple: respirar. Inhalaciones largas, sostener, exhalaciones largas; bajar el volumen del sistema nervioso y volver a lo normal. La autosuficiencia también es esto: saber parar y tener recursos para volver.

    Belleza y miedo en la Faja de las Olas

    De belleza y de miedo están hechos los mejores días. Ordesa le parece un teatro de piedra y flores, un lugar al que volvería solo a mirar. Pero el acceso por la Faja de las Olas ese día fue otra cosa: mucha agua sobre la roca pulida, orientación delicada a última hora, exposición que obliga a medir cada apoyo y la certeza de que no merece la pena sacar la cámara: “no tengo ninguna toma ahí, tenía miedo” [👉 Ver minuto 40:19 del vídeo]. Al final de la jornada, las bajadas “de culo” cuando las piernas ya no sirven son una imagen tan humana como eficaz. Más al oeste, recomienda la zona de Respomuso–Tebarray–Sallent: “durísima, pero guapísima”.

    Encuentros nocturnos y alucinaciones

    La fauna pone su propio guion. En la última noche, tres jabalíes cruzan delante del frontal camino de Cap de Creus; el susto es compartido y cada cual sigue su curso [👉 Ver minuto 36:18 del vídeo]. En Canfranc, de madrugada, ve “un pueblo” de luces que no es tal: son los ojos de las ovejas mirándola. A ratos, con sueño acumulado, llegan las alucinaciones: una carretera que es un río, un caballo que no estaba. Fenómenos normales en ultras largas cuando el cuerpo pide cama y tú eliges seguir.

    El tiempo final: 12 días y 12 horas

    ¿Y el tiempo final? Sabía que con asistencia se había bajado de 12 días y que sin asistencia había marcas en 16. Se puso un abanico honesto —“entre 11 y 16”— y cruzó en 12 días y 12 horas pese a la diarrea, los cortes en los pies, las noches malas y los temporales [👉 Ver minuto 25:24 del vídeo]. No es la cifra lo que subraya: es el estilo. “Estoy más orgullosa de haberlo intentado así que del resultado”, dice.

    El entrenamiento que la sostuvo

    Detrás hay entrenamiento con cabeza. Una vez por semana, una bajada técnica larga tipo Chamonix: subir ~1.500+ y bajar ~1.500- pensando la línea de pisada, para que el cerebro no se “apague” y te tuerza el tobillo cuando falta atención. Además, dos sesiones de VO2max, tiradas de zona baja y una salida de bici de fuerza-resistencia [👉 Ver minuto 55:39 del vídeo]. No todo es corazón y músculo; mucho es capacidad de decidir cuando el cuerpo va en piloto automático.

    Humildad y mujeres en montaña

    “Pasar horas sola en la naturaleza te enseña quién eres: lo bueno y lo salvaje. Para las mujeres, empezar acompañadas y en entornos seguros es un camino hacia más confianza. La montaña nos recuerda que nunca tenemos el control”. [👉 Ver minuto 1:04:37 del vídeo]

    Recursos para preparar tu GR11

    Si tú también estás pensando en recorrer la Transpirenaica, estos materiales pueden ayudarte:

    ¡No te pierdas ninguna aventura en los Pirineos!

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