Salamandras y tritones, entre la tierra y el agua
Desde tiempos inmemoriales, en las noches lluviosas, las salamandras han deambulado por los bosques ibéricos. En las aguas frías y rápidas de las torrenteras del Pirineo, una especie de tritón se desplaza por el fondo buscando presas. En los abrevaderos, fuentes o balsas de nuestros campos, los tritones jaspeados realizan sus danzas nupciales. Pero, ¿qué papel desempeñan estos anfibios en los ecosistemas? ¿Cuántas especies encontramos en nuestras montañas y de que depende su conservación?
Semejanzas y diferencias entre estos anfibios
En la península ibérica contamos con dos especies de salamandras, de hábitos terrestres y nocturnos. Solo se acercan al agua para depositar sus huevos o sus larvas, ya que las crías se desarrollan en este medio. Por el contrario, las nueve especies de tritones ibéricos, son más dependientes del agua y pasan gran parte de su ciclo vital en este medio.
Estos anfibios con cola respiran oxígeno atmosférico disuelto en el agua, a través de las branquias (las formas larvarias) y por pulmones, por respiración bucofaríngea o por la piel, los adultos.
Al acoplamiento de salamandras y tritones, varía en función de la especie. El cortejo de algunos tritones es mediante danzas nupciales, que realiza el macho para captar hembras receptivas. Otros tritones de hábitats fluviales, realizan un acoplamiento entrelazando las colas. Los machos no poseen pene y dejan ir una masa con espermatozoides, llamada espermatóforo por la cloaca (orificio donde confluyen el digestivo, el reproductor y el aparato excretor). La hembra pasa por encima y se lo introduce en su cloaca donde fecunda los óvulos. Todas las especies ibéricas, menos la salamandra común, ponen huevos que depositan en el agua. De aquí saldrán larvas acuáticas que cuando tengan el tamaño óptimo reabsorberán las branquias y crecerán hasta ser adultas.
La alimentación de las larvas es básicamente carnívora, son grandes controladores de las poblaciones de insectos acuáticos, entre ellos los mosquitos. Los adultos se alimentan de insectos, lombrices, babosas, caracoles… siendo una pieza clave en el ecosistema controlando las poblaciones de sus presas.
¿Dónde los podemos encontrar?
En los robledales, hayedos, encinares… después de la lluvia o por la noche, podemos ver la salamandra común. Este anfibio, de coloración negra y amarilla/rojiza/naranja, combinada con gran variabilidad en las nueve subespecies ibéricas, utiliza su «imagen» como advertencia de su toxicidad. A este fenómeno, en biología, se le conoce como aposematismo. Estos animales salen cuando las condiciones ambientales se lo permiten, a alimentarse o a depositar sus larvas (las paren ya formadas, pues los huevos eclosionan en el interior de las hembras) en fuentes, riachuelos, abrevaderos…
La otra especie de salamandra, la rabilarga, también deambula por los bosques atlánticos de Asturias, Galicia y el norte de Portugal. Ligada a cursos fluviales, se suele alejar poco y como su nombre indica, la cola suele ser una o dos veces la longitud del cuerpo.
Distribuido por toda la cordillera pirenaica, encontramos al tritón pirenaico. De coloración amarronada o grisácea, presenta el vientre naranja o rojizo. Vive en torrentes de agua fría, pedregosos y desprovistos de vegetación, zonas remansadas, lagos, aguas termales… Se alimenta de insectos acuáticos, larvas de salamandra y renacuajos. La reproducción es muy peculiar y se produce un «enroscamiento» de las colas para la introducción del espermatóforo.
En el año 2005, la ciencia bautizó como una especie nueva, la población de tritón pirenaico más meridional y aislada. Actualmente, el tritón del Montseny constaría de unos 2000 ejemplares, distribuidos en dos poblaciones de esta montaña catalana.
Ligados a balsas permanentes, abrevaderos, cisternas, acequias, embalses, fuentes, cursos fluviales… encontramos gallipatos, tritones jaspeados, pigmeos, ibéricos, palmeados, alpinos y una nueva especie de tritón portugués. El gallipato es el tritón ibérico de mayor tamaño, distribuido por gran parte de la península, tiene una curiosa estrategia defensiva. Es capaz de presionar con sus costillas las glándulas tóxicas laterales hasta que sobresalen de su piel. De esta forma dificultarían la ingestión de un posible depredador. El nombre en catalán, «ofegabous» (ahoga bueyes), haría referencia a la creencia popular de posibles ahogamientos del ganado, al ir a beber agua e ingerir accidentalmente este tritón. El tritón alpino, distribuido por Europa, tiene una población en la vertiente cantábrica y otra en Guadarrama (Madrid). El macho se caracterizaría por unas membranas llamadas «crestas» que desarrollan en el periodo reproductor y les sirven para sus «bailes nupciales». Misma característica que presentaría el tritón jaspeado, de coloración negra y verde. En el norte peninsular encontramos el tritón palmeado, el nombre le viene de unas membranas que poseen los machos en las patas posteriores en la época de celo. En el centro y suroeste peninsular nos encontramos al tritón pigmeo, como su nombre indica, es de pequeño tamaño. Y solo nos faltan el tritón ibérico, endemismo del oeste peninsular, y la reciente especie descubierta en territorio portugués.
¿Qué importancia tienen estos anfibios en el ecosistema?
En los ecosistemas naturales se forman estructuras alimentarias entre depredadores y presas, llamadas redes tróficas. Para que el ecosistema funcione, tiene que haber un equilibrio entre todas sus piezas y aquí intervienen salamandras y tritones.
¿Cómo lo consiguen?, controlando las poblaciones de presas: insectos acuáticos, invertebrados como sanguijuelas u otros gusanos, o las propias larvas de ellos o de otros anfibios, como sapos o ranas. Por otro lado, también son presas de otros animales. Por eso han desarrollado estrategias como el mimetismo, el aposematismo, las toxinas o la curiosa defensa del gallipato. Pero, de nada les sirven ante nutrias, zorros o jabalíes que han aprendido a «pelar» a estos anfibios y comerse las partes blandas. O ante culebras de agua, aves zancudas o rapaces nocturnas que han desarrollado resistencia a sus toxinas.
¿Cuáles son los problemas a los que se enfrentan sus poblaciones?
Estos animales debido a su dependencia del agua, a las características de su piel, a su poca capacidad de movilidad… son muy sensibles a los cambios ambientales. Vamos a enumerar algunos:
- Pérdida de hábitats: abandono de campos y balsas, colmatación de medios acuáticos por runas o basura, sustitución de balsas tradicionales por otras inaccesibles y sin refugios, falta de precipitación…
- Infraestructuras viarias: atropellamientos y fragmentación de hábitats, aislando poblaciones y aumentando la endogamia (empobrecimiento genético que puede llevar a la extinción).
- Especies invasoras: peces introducidos como la gambusia o el cangrejo de río americano, que depredan sobre sus larvas
- Enfermedades: causadas por hongos como la quitridiomicosis o otras de origen vírico
- Contaminación química del hábitat: productos químicos utilizados en agricultura o industria que eliminan vegetación, insectos o les provocan enfermedades
- Pérdida de la capa de ozono: el aumento de radiación ultravioleta les produce malformaciones y daños genéticos
Solo nos queda concienciarnos sobre el papel de estos curiosos animales, educar a las futuras generaciones e intentar poner medidas correctoras a los diferentes problemas ambientales que tenemos.