Más allá de lo conocido: Aventura en los picos inexplorados de Zanskar

Picos Inexplorados en Zanskar/ Foto: Isabel Arguelles
Picos Inexplorados en Zanskar / Foto: Isabel Arguelles

Por Rosa Fernández e Isabel Argüelles


Nos embarcamos en esta aventura para revivir la auténtica experiencia de los pioneros: sentir el misterio, el riesgo y la emoción de explorar lo desconocido. Hoy en día, las rutas abiertas y los obstáculos previstos de antemano han despojado a muchas aventuras de su verdadero espíritu. Queríamos enfrentar lo inesperado y descubrir un mundo nuevo, y encontramos todas las dificultades imaginables en el camino.

Primero, encontrar una zona inexplorada y un pico sin nombre y sin escalar. Contactamos con las agencias locales y descubrimos un mundo de posibilidades. Nos decidimos por un pico de 5,830 metros en el norte de la India, en los bordes de Zanskar, en Zanskar, región de Himachal Pradesh. Una montaña situada en un valle remoto, accesible desde la nueva carretera que conduce a Zanskar.

El equipo estaba formado por Rosa, Isabel, el dueño de la agencia, ayudantes de guía, cocinero y porteadores. Nadie conocía la zona y no pudimos encontrar mapas específicos que nos ayudasen a trazar mejor la ruta, aparte de lo que pudimos ver en Google Earth. Nos aprovisionamos para pasar 7 u 8 días en la montaña. Tardamos meses en cerrar el proyecto debido a la falta de información y mapas de un lugar tan remoto, que ahora es más accesible gracias a una carretera que, muchas veces, se encuentra cerrada por avalanchas de roca.

Al llegar, llamó mucho la atención que fuésemos dos mujeres solas en una aventura de estas características. Comenzamos en un valle misterioso, sin senderos y con terreno lleno de avalanchas de rocas muy difíciles. El primer día, ante la imposibilidad de cruzar uno de los ríos que nos cerraba el camino, tuvimos que pasar la noche antes de lo previsto e intentar cruzarlo muy temprano. Los ríos fueron uno de nuestros grandes inconvenientes. Muy temprano baja menos agua, pero está totalmente helada. A partir del mediodía, la crecida es tal que no se pueden cruzar. Esto, sumado a la falta de camino, hizo que todo fuese muy duro, especialmente para los porteadores, que estaban exhaustos.

Así, el tercer día decidimos que no íbamos a llegar al pico elegido debido a la extensión del terreno, su dificultad y el problema con los ríos que nos ralentizaba. Hablando con el guía, nos planteamos subir a otro pico más cercano. Desde abajo parecía asequible y sin grandes dificultades técnicas.

Al ascender, nos costó encontrar un emplazamiento con agua para el campo base y el campo de altura. Una vez localizado, decidimos salir al amanecer para la cumbre. No queríamos salir de noche porque no sabíamos qué nos íbamos a encontrar.

Salimos con todo el material de seguridad: cuerdas, estacas de nieve y bobina de cuerda por si teníamos que equipar alguna zona. Por pendientes de 40-45º fuimos ascendiendo hasta llegar a una arista de terreno mixto con roca muy rota, por terreno no difícil, pero sí muy expuesto y delicado. Toda esa zona la pasamos encordadas y asegurándonos.

Una vez terminada la arista, había que descender un poco para coger la pala de nieve que lleva a la cumbre. Rosa se adelantó para abrir huella con uno de los chicos. La nieve se transformaba por el sol alrededor de las 8 de la mañana y algunos tramos se volvían peligrosos. A ratos se caminaba bien, a ratos te hundías constantemente. La pendiente de unos 45º era bastante uniforme. El spot nos marcaba 5,815 metros. Nos quedamos petrificadas estando en el punto más alto cuando vimos que nos quedaban 15 metros de cornisa aérea a la que no podíamos enfrentarnos.

Nos costó darnos la vuelta, pero no vimos opción sin poner en riesgo nuestras vidas. Parecía una cumbre sencilla, pero no lo fue y encerraba sus peligros. Aún nos quedaba la bajada, con pendientes de 50 grados y caídas de roca. Una gran aventura adentrarse en lo desconocido.

Bajamos por una zona diferente, creyendo que sería un camino más sencillo, pero nos encontramos con fuertes pendientes en las que nos tuvimos que asegurar en unos tramos y tener mucho cuidado con la caída de rocas de la arista. Al terminar la zona más complicada, fuimos a parar a un lago donde pudimos hidratarnos para seguir.

Al quedarnos a unos metros nos llevamos mucha sorpresa porque ya vimos que teníamos la cumbre. Fue duro después de tanto esfuerzo, pero pensando en frío decidimos que era más importante volver y que ya habíamos arriesgado bastante. Nuestra intención es seguir en esta línea: buscar montañas poco masificadas y seguir transmitiendo los valores de la montaña y de la exploración.


Información de la expedición: La expedición fue liderada por las alpinistas Rosa Fernández e Isabel Argüelles, acompañadas por un equipo de apoyo compuesto por 18 miembros, incluyendo portadores indispensables. La montaña presentó enormes desafíos debido a su ubicación geográfica remota, terreno mixto y la falta de información detallada sobre el pico y la región, lo cual hizo que nuestro viaje estuviera lleno de sorpresas y contratiempos.