Fredy Mmari, 70 veces en la cumbre del Kilimanjaro.
Fredy Mmari, parte del Equipo de Rift Valley desde hace 8 años, es originario de un pueblo tanzano llamado Moshi, que se ubica en la base del Kilimanjaro. Es quizás este hecho, lo que le llevó a convertirse en porteador en la montaña más alta del continente africano (5891,8 m) al terminar sus estudios básicos. Durante los 4 años que duró su etapa como porteador, subió más de 70 veces al Kilimanjaro por diferentes rutas.
Gracias a su trabajo, del que explica que “antiguamente las condiciones no eran como ahora”, pagaba sus estudios de Turismo. Lo hacía con ropa del día a día, sin equipación especial para una expedición de aquel calibre. Durante aquellos años hubo un boom de turismo español y decidió aprender el idioma.
Tras finalizar sus estudios empezó a trabajar como guía de safaris y, más tarde, decidió montar su propia empresa de turismo en su país natal. Empezó a viajar a España hasta que, hace 8 años, conoció a su mujer aquí y se instaló en Vallirana.
En un Roadshow el equpo de Rift Valley, una agencia de viajes especializada en África distinguida por su filosofía responsable y sostenible, conoció a Freddy y decidieron que era una pieza fundamental para su equipo. Desde entonces, se encarga de gestionar los viajes a su país, de forma que ofrece una visión local, de cómo se ha vivido y se vive en un país como Tanzania.
Conversamos con Fredy
Una conversación con Fredy es viajar a los cambios que ha vivido el entorno del Kilimanjaro y la experiencia de subir a este. En la época en la que él era porteador no había tantos campamentos, ni estructuras; tampoco tanta masificación. Las comodidades y la información disponible para los turistas han cambiado, ahora hay más infraestructuras y albergues, y es por ello que la masificación se ha hecho patente en la zona. El trabajo como porteador “era muy duro, y no estaba reconocido como tal”.
Fredy ha querido respondernos a unas preguntas en las nos relata la visión del Kilimanjaro desde el punto de vista de un porteador local, una visión diferente a la que estamos acostumbrados.
Hola Freddy, ¿cómo estás? tengo entendido que has tenido que viajar a Tanzania recientemente.
Bien, gracias. Sí, he estado allí hace poco por asuntos personales.
Tú naciste en Moshi (Tanzania), una pequeña ciudad al pie del Kilimanjaro en la que conviven mayoritariamente habitantes de las tribus chagga y masái.
Sí, exacto. Es la capital de la región del Kilimanjaro, que tiene ese mismo nombre por estar al pie de la montaña. La mayoría de la gente de allí son Chagga, y algunos son también Masai, aunque menos, por el carácter nómada de esta tribu. Allí la gente principalmente vive de la agricultura, hay mucho café, aunque también muchas personas viven del ganado y del negocio.
Para vosotros, los habitantes de Moshi, ¿qué significa el Kilimanjaro? Imagino que debe estar muy presente en vuestra cultura.
Literalmente, Kilimanjaro es la unión de dos palabras: Kilima jaro, significa un viaje difícil. Aunque pueda parecer lo contrario, la gente local no lo tiene muy presente, es algo que está ahí y no se valora tanto. La gente que vive allí no le pone tanto entusiasmo como se puede creer o como ponen los turistas.
Y dime, cuando eras niño y veías la montaña ¿soñabas con alcanzar las nieves del Kilimanjaro, o son cosas que solo vienen a hacer los turistas?
Para nosotros, como digo, no es nada extraordinario, por lo que no soñamos con alcanzar su cima. No tiene nada de especial que nos llame la atención, es algo más para turistas. Cando vas creciendo es cuando te fijas en su importancia, pero por temas económicos, por lo que te puede aportar a nivel económico más que de cumplir un sueño o no.
La primera vez que subiste al Kilimanjaro ¿cómo fue?
Fue un viaje curioso. Desde niño escuchas que es difícil, como dice su propio nombre. La primera vez más con precaución, no sabes lo que te vas a encontrar. Yo me lo planteé como una caminata más y, poco a poco, fui viendo que se podía hacer. La primera vez lo terminé bien y, finalmente, vi que lo había podido hacer bien y seguí haciéndolo. Tenía unos 17 años la primera vez que subí.
Luego continuaste subiendo, hasta 70 veces en 4 años. Te gustaba lo que hacías o era sobre todo una forma de ganarte la vida.
La idea de continuar subiendo el Kilimanjaro estaba ligada a un tema económico, aunque no puedo negar que también lo empecé a disfrutar. Es un trabajo duro, pero también es verdad que te da la oportunidad de conocer a otras personas que te hacen ver que realmente es una suerte poder subir a esta montaña.
Entre tanta gente a la que has ayudado y has compartido la experiencia de subir al Kilimanjaro ¿con qué te quedas? ¿qué recuerdas?
Esa etapa de mi vida me enseñó mucho, aprendí mucho del turismo y la gente. En el día a día subiendo al Kilimanjaro pasan muchas cosas. Los porteadores, por ejemplo, cuando estamos muy cansados, llegamos a tirar nuestros bocatas con la esperanza de que nos pese menos la mochila, pero es algo que no funciona. En ese momento no te das cuenta, lo haces sin pensar, y después el resto de personas comen y tú no. También, por ejemplo, por el frío, puedes llegar a tener que bajar la cremallera de los pantalones a alguien para que pueda orinar.
Se dice que el Kilimanjaro es una montaña fácil, sin embargo, la estadística señala que solo un 40% de los que intentan hollar su cumbre lo consigue. ¿A qué se debe? He oído que mucha gente no aclimata como es debido porque cada día que se pasa en el parque cuesta 60 o 70€, más los salarios de porteadores, guía, cocinero, etc.
Imagino que tu habrás tenido que darte la vuelta en más de una ocasión. ¿Cómo lo ves?
Dicen que es fácil porque no necesitan parte técnica, no necesitas equipo técnico para hacerlo como en otras montañas así de altas; no necesitas crampones o cuerdas de escalada. Pero, en realidad, no es nada fácil. Es una caminata dura y hace mucho frío. En realidad, no es fácil porque es duro, hace mucho frío, es una montaña muy alta, estamos hablando de casi 6000 metros, no todo el mundo puede hacerla.
Alcanzar el techo de África resulta como un imán que atrae a personas de todo el mundo, de todas clases, muchas sin ninguna experiencia previa en montaña. ¿Ocurre que se confunda el oficio del porteador con el de un criado? ¿Hay quien se excede?
En realidad, el trabajo de porteador hasta ahora sí que ha sido hacerlo todo: llevar todo lo necesario o cocinar, por ejemplo. No suele ser el cliente quien lo pide todo, muchas veces son las propias empresas quienes lo exigen. Lo que sí que ocurre es que la gente quiere pagar menos porque los porteadores hagan más trabajo, y eso recae en malas condiciones para los porteadores, claro. Hasta ahora el trabajo de porteador sí que se dedicaba a hacerlo todo. Un viaje barato recae sobre el porteador.
Por otro lado ¿es habitual que los porteadores acompañen a los clientes hasta la cima? He escuchado casos de porteadores que habían subido hasta el último campamento decenas de veces y nunca habían alcanzado la cima.
Sí, es cierto, el 90% de los porteadores solo suben hasta el último campamento, y luego no siguen, básicamente porque su trabajo de llevar las pertenencias de los visitantes ya no es necesario. Puede darse el caso de que algunos visitantes necesiten ayuda, en ese caso, el guía elige a un porteador y es quien sube hasta la cima.
¿Conoces mujeres porteadoras?
Sí que conozco un par de ellas, pero tampoco hay muchas.
La comercialización del Kilimanjaro es una fuente de ingresos muy importante para el país y para toda la economía de la zona. ¿Crees que repercute favorablemente en la vida de las personas en ciudades como Moshi?
Sí que es fuente económica para el país, pero no tanto para las personas que vive en la zona. Se benefician principalmente, hoteles, porteadores, guías etc. con puestos de trabajo. Cuando no hay turismo se nota que la economía baja. Sin embargo, si tienen oportunidad de hacer o trabajar en otra cosa que no es turismo, la gente tiende a hacerlo: no suben y bajan al Kilimanjaro por gusto, sino porque es una oportunidad fácil que existe en la zona, porque necesitan ese trabajo. Quien, por ejemplo, tiene los recursos para estudiar, lo hace antes que dedicarse al turismo.
Y en cuanto a las condiciones ¿están regulados los salarios de los porteadores dignamente? ¿qué ocurre si un porteador sufre un accidente o muere? ¿Hay alguien que se haga cargo de estas personas?
El tema de los porteadores todavía estaba poco valorado en la época en la que yo subía, y antes estaba peor. Ahora siguen teniendo un sueldo muy bajo para lo que hacen: son la maquinaria que mueve los trekking al Kilimanjaro, sin ellos los turistas no podrían llegar a la cima. Las condiciones en las que trabajan, además, son muy duras, sin ropa adecuada, con lo que tienen. Si durante la travesía ocurre algún accidente, los únicos que se hacen cargo del porteador herido son los compañeros.
En la introducción de esta entrevista decíamos que tras finalizar tus estudios, habías trabajado como guía de safaris y después habías montado tu propia empresa. Cuéntanos algo más sobre cómo fue esta etapa.
Cuando yo subía como porteador, con lo que ganaba me pagaba los estudios para formarme como guía. Antes de llegar a ser guía, sin embargo, también pasé por ser cocinero de safaris, cuando se hacen viajes de acampada. Gracias a eso pude aprender diferentes caminos y rutas, y a cómo trabajar con clientes. Después de ello empecé a trabajar como guía de safari por cuenta ajena, lo que me permitió conocer a mucha gente. Estos viajeros después me recomendaban a otros y, venían a hacer rutas conmigo, por lo que de forma bastante rodada ya decidí montar una empresa por mi cuenta.
Ahora vives en Vallirana, una población cercana a Barcelona. ¿Cómo has acabado aquí?
Conocí a mi mujer en Tanzania y estuvimos viviendo allí una temporada. Finalmente creamos una familia y decidimos quedarnos en España. Hace unos 7 años en un Road Show que hicimos de turismo por España conocí al equipo de Rift Valley, a Toni Espadas, a Rafa Martín y a Pep López, y estuvimos hablando y vimos que todo encajaba para formar un equipo. Decidimos juntarnos y me uní al equipo de Rift Valley y aquí seguimos, elaborando el proyecto que compartimos.
Imagino que debe ser una bonita forma de mantener el contacto con tus raíces y a la vez, una satisfacción la de poder dar a conocer aquí tu país.
Sí, la verdad es que sí. Desde Rift Valley podemos llegar a mucha gente, y yo sigo trabajando en lo mío, que es lo que me gusta. Todo el equipo está contento con haber coincidido y haber decidido juntarnos para llevar a cabo este proyecto.
¿Alguna recomendación para viajar en los próximos meses?
Yo siempre recomiendo viajar a África, no solo a Tanzania, a diferentes países. Aunque yo recomiendo especialmente viajar a Tanzania. Es un país que lo tiene todo: tiene para hacer trekking en el Kilimanjaro, tiene playa, es bonito, es seguro y permite aprender de todo. Cuando viajen, eso sí, si van al Kilimanjaro, que la gente piense en cómo es el trabajo de porteador, y les recomiendo que más que lo barato, busquen la calidad. Cuando viajen, que paguen por un buen servicio para garantizar los derechos de las personas, porque cuando se paga poco para alcanzar la cima de esta montaña, quien recibe el palo es el porteador.
Pues muchas gracias, nos quedamos con esto último. Yo creo que voy a empezar a preparar la mochila.