47 días, tres travesías y un solo Pirineo: crónica de la Triple Corona Pirenaica
Burriana, 14 de noviembre de 2025
Cuando descubrí que existía la llamada Triple Corona Pirenaica, encontré la forma de cerrar un círculo que sabía que tenía pendiente desde hacía muchos años; os cuento…
Soy Ramón Peris, un amante de muchas cosas, entre ellas la montaña.
Hace 15 años, un día en consulta, un paciente, y sobre todo amigo, me contó sus experiencias cuando estuvo durante años haciendo tramos del GR11 hasta que logró completarlo. Cada vez que venía le preguntaba detalles de los lugares, de las experiencias y las aventuras vividas. Día a día. fue creciendo en mi esa inquietud de decir “algún día haré la Transpirenaica”.
En esa época, sobre los 40 años, ya había retomado el deporte como una actividad a diario y, en concreto, correr por asfalto y sobre todo por montaña, a la vez que seguía haciendo montañismo y esquí. Volvía a tener un poco más de tiempo libre con los hijos un poquito más mayores y liberado de algunos trabajos que antaño me ocupaban mucho tiempo.
También en esa época, por razones personales y profesionales, empecé a conocer y practicar el minimalismo y después de realizar un primer reto, cruzando España de este a oeste con unas 5fingers, pensé que era el momento de dar el salto a la montaña con el minimalismo.
Así, en 2016 nos propusimos, mi equipo y yo, intentar realizar el GR11 en el menor tiempo posible y en semiautosuficiencia, es decir cargando todo lo que necesitase en la mochila y comer, y dormir, en refugios, albergues o pueblos.
Con un único par de zapatillas Merrell, pudimos completar este reto en 14 días y 9 horas; un total de 811km con un desnivel de 40644+/-.

Aquella experiencia fue espectacular, compartida con un montón de amigos y familiares que nos acompañaron durante todo el recorrido, o a tramos concretos, con interminables jornadas de 12-18h.
Realizando aquel reto deportivo descubrí que había otros GR por los que poder hacer la Transpirenaica y en la mente se quedó la idea de, tal vez algún día, volver a realizar esta aventura.
Los años fueron pasando a la par que se planteaban nuevos retos deportivos y ya, también, solidarios en solitario o en pareja.
Hace 2 años leyendo la revista Travesía Pirenaica escuché por primer vez el concepto de Triple Corona Pirenaica, su origen y significado. Esto se me quedó grabado y sabía que tarde o temprano, de una forma u otra, iba a realizarlo.
Hace un año comuniqué a mi equipo la intención de realizar primero la ARP y dependiendo de como terminásemos realizar también el GR10 en el mismo verano o dejarlo para el siguiente.
Nos pusimos manos a la obra y el pasado 16 de julio, desde Hendaya empezábamos esta gran aventura que culminaba el día 30 de agosto en Banyuls, después de realizar la ARP y el GR10 con un descanso de 12 días; bueno descanso de correr pero no laboral.
Al final lo de este verano han sido 33 días, 1569km y 103000+/-.
Esto, unido a lo de 2016, da unas cifras que asustan… 47 días 9 horas, 2380 km y 143644+/-
Creo que aún necesito tiempo para procesar todo un poco, pero de entrada podría comentar aspectos comunes y diferentes de cada ruta, desde mi vivencia; para ello vamos a analizar diferentes aspectos, ¡venga va!…
Dureza y dificultad
Definitivamente, la ARP es la más dura de las 3; estás siempre moviéndote por zonas altas de montaña, muy expuestas, más áreas, en las que las horas más extremas del día, tanto el frío como el calor, se hacen mucho más patentes. También el terreno es más piedra que no tanto zona boscosa como sí son el GR10 y el GR11; esto se traduce en que cuesta más tiempo adelantar km y desnivel que cuando el terreno es más corredor y más progresivo. Otro elemento de dureza de la ARP está en los fuertes desniveles en las subidas y bajadas con largos tramos de mucho desnivel en un sentido u otro.
Respecto a la meteo el tema es que el GR10 nos ha castigado mucho por la época en la que lo hemos realizado y esto se ha traducido un una mayor dureza que si lo hubiésemos hecho en julio. El GR10 hay que hacerlo en julio o primera quincena de agosto pues a partir de estas fechas empieza a llover a diario, con intensidad y de forma constante lo que hace muy complicado hacer etapas tan largas. El hecho de ser cara norte es lo que explica esto.
Por contra el GR11, al ser cara sur, en las mismas fechas resulta muy caluroso.
Por último, comentar respecto a la dureza que, lógicamente, está también muy en función de lo largas que sean las etapas, del número de días en que se quiera realizar cada trayecto y de lo que cargues de peso en tu mochila.
Sea como fuere, o estas muy bien físicamente y puedes realizar etapas largas y completar el reto en poco tiempo o, si no, tienes que pensar en hacer tramos o dedicarle un mes a cada sendero para tener garantías de éxito.

Señalización
Esto se entenderá muy fácil… tanto el GR10 como el GR11 se podrían realizar sin GPS pues está marcadísimo y además tienes la opción de tomar alternativas que también se consideran GR y hacer el trayecto más o menos exigente. Los responsables del mantenimiento de estos GR (marca blanca y roja) se merecen un reconocimiento, por su dedicación, por los detalles de la información y por el cuidado de las marcas.
El problema de la ARP es que no es un camino específico sino que es una ruta que coincide a tramos con el GR10 o con el GR11, pero que en gran parte de su recorrido transcurre por PR (amarillos y rojos en Francia y amarillos y blancos en España) u otros caminos no exclusivos de esta ruta. Son tramos marcados con una linea amarilla que en Francia se utiliza para esta ruta o para otras muchas más por lo que si no vas en GPS es muy fácil equivocarte y coger un camino que te aleja de la ruta correcta y esto en la montaña puede marcar la diferencia entre tener éxito o fracasar, entre que todo vaya bien o meterte en un problema difícil de gestionar.
Logística
Nada que ver el GR10 y el GR11 en comparación con la ARP.
De las 3 donde más medios y facilidades hay es en el GR11, seguido por el GR10.
En el GR11 pasas por muchos pueblos y hay una cultura de comida, de horarios y de facilidades diferente que en Francia, donde los horarios son más estrictos y la variedad, considero yo, es menor, aunque en general he de decir que toda las personas que está en los refugios, en los hostales o en los albergues tiene una especial sensibilidad por la gente que realizamos estas aventuras tan exigentes y, en general, te sientes muy bien atendido y cuidado.
Es todo un poco más complicado en la ARP puesto que pasas muchas horas solo, hay muchos menos pueblos y las distancias entre un sitio donde descansar o comer, son mucho mayores. Esto se traduce en que tienes que tener más previsión, cargar más comida y no confiar en comer de los sitios por los que se va pasando pues, como digo, puedes estar muchas horas sin poder parar en algún sitio concreto.

Exigencia
Creo que la ARP es más exigente, requiere estar físicamente mucho mejor, más preparado, es una ruta muy montañera, mucho menos corredora que los GR10 y GR11. La ARP te pone muy a prueba, te lleva mucho más al extremo que sus otras dos hermanas y tienes que ser más montañero que corredor de montaña.
Mentalmente, la ARP también es más exigente por varias razones; por un lado pasas muchas horas en las que no te encuentras a nadie; al ser una travesía menos frecuentada has de hacer de la soledad compañera de viaje y no todo el mundo lleva bien esto. Por otro lado, has de saber que los cambios de temperatura hacia los extremos te van a hacer dudar de las posibilidades de éxito, y esto es algo que pasa a diario, que exige un nivel de resiliencia y sacrificio.
En mi caso se suma a esto el hecho de que, al querer hacer cada travesía en el menor tiempo posible, tenía que hacer muchos km, mucho desnivel o ambos, cada día, por lo que siendo que yo no soy un top ni un crack en esto de la montaña, tenía que suplirlo con más horas cada día y esto se traducía con pocas horas de sueño, más horas expuesto a la montaña y una incapacidad de recuperar bien de un día a otro.
Belleza
Francamente, me resulta imposible quedarme con una sola de las tres travesías, como también es igual de complicado quedarse con un tramo en concreto de cada una de ellas.
Empiezas por el Pirineo Atlántico, con toda la zona vasco-francesa con un verde espectacular y sus mares de helechos y sus interminables prados, para seguir por la selva de Irati y todo el Pirineo Navarro o su equivalente en Francia, en la zona de Nueva Aquitania, con sus valles de Bèarn. Ossau, Aspe y Barétous.

Y que decir de la parte más exigente y dura de los Pirineos, el Pirineo Central, la zona de Huesca y los Hautes Pyrénées y Haute Garonne; esta parte te pone muy a prueba, es más salvaje, más expuesta y aérea, tan dura como bella.
Luego llegas a los Pirineos Occidentales, el Pirineo Catalán y Occitania con un paisaje más mediterráneo con mucho pino silvestre, en las zonas bajas y bosque de hayas y abetos en las áreas más altas y húmedas.
En medio de esta parte del Pirineo Oriental se encuentra Andorra, toda ella frondosa con largas pendientes boscosas, que te protegen de la meteo y a la vez te castigan con fuertes desniveles.
Cada travesía tiene mil encantos y dentro de cada una de ellas, cada etapa, cada subida y cada bajada, te hace un regalo que no te deja indiferente.
Todo el Pirineo es un universo de experiencias, de sensaciones en forma de paisajes, ruidos, silencios, animales y vegetación que no desmerece en nada a las grandes cordilleras de otros continentes.
Prepararse para una aventura como estas es bastante difícil, prueba de ello es que no hay dos días iguales, cada subida o bajada, cada valle y cada camino es diferente del anterior, diferente del día anterior y tampoco te sirve para el día siguiente; así, simplemente, has de preocuparte de estar físicamente muy bien y, sobre todo, prepararte anímicamente; ser consciente de que cada día va a haber alguna adversidad en forma de meteorología cambiante, de cansancio, de dolores, de escasez de agua o comida, de falta de energía, de falta de sueño o exceso de subidas o de bajadas, etc.
El tema no es lo que vaya a pasar, que insisto, cada día es muy fácil que algo pase, sino como lo vas a gestionar, que vas a hacer frente a las adversidades, como vas a valorar cada pequeño éxito, como te vas a aferrar a lo bueno de cada día o cómo vas a trascender el hecho de que toda dificultad te debe hacer más fuerte y sobre todo que toda dificultad siempre terminará por pasar.
Cuando eres capaz de hacer este trabajo mental, cuando te pones en situaciones complicadas, difíciles de gestionar y sales adelante, estás poniendo los ladrillos del muro que tienes que levantar para no dejar que tus emociones o tu cansancio te hagan dudar, retroceder o abandonar.
Y a la vez, tan importante como esto está el hecho de saber aceptar, entender que muchas veces tenemos que aceptar que la naturaleza tiene sus leyes, sus tiempos y que estamos jugando en su terreno y que, por tanto, hay que aceptar sus reglas y sus caprichos o sus ritmos. Y así, cuando te hace ver que tienes que parar, o que tienes que destinar más días de lo previsto o que toca descansar, hay que ser humilde, saber que no eres más que ella y saber dar un paso atrás.
Todo esto es algo que se va adquiriendo por ensayo error, en cada entrenamiento que haces, en cada fin de semana que vas a hacer alguna ruta y así, con paciencia y humildad llega un día en que te sientes preparado para afrontar un desafío como este.
Sinceramente, en estos 3 retos he pasado por situaciones extremas, de frío o calor, de dificultad e incluso de peligro, pero es en esos momentos cuando más tienes que mostrar calma, entereza, paciencia, confianza y fe. Estas son las herramientas que te permiten salir adelante y seguir disfrutando de cada amanecer o puesta de sol, de cada camino o cada río, de cada árbol o cada animal, de cada valle o de cada cima.
En mi caso, tenía una motivación extra que era la de intentar recaudar fondos para la ONG Youcanyolé que organiza expediciones médicas a Kenia y Ghana. Con ellos estamos colaborando para la construcción de hospitales en las zonas más desprotegidas y para poblaciones muy vulnerables.
El haber recaudado más o menos dinero era importante pero, sobre todo, lo era más el hecho de dar visibilidad de estas realidades e intentar fidelizar a gente en estos proyectos.
Pensar en esta gente con tantas carencias y muy faltos de todo, me hacía minimizar mis dolores, mi cansancio, falta de sueño, hambre o fatiga; y es que cuando conoces realidades de vida tan duras y tan extremadamente complicadas, uno solo puede sentirse un auténtico privilegiado de haber nacido en España y tener la suerte de poder estar cumpliendo estos sueños u otros que son impensables para miles y miles de personas.
Para mi, estas tres travesías han sido toda una lección de vida, he madurado mucho en aspectos como la resiliencia, la paciencia, la aceptación, el agradecimiento y la autogestión, así como el trabajo en equipo. De hecho si repaso como gestioné todo en el GR11, hace 9 años, y como lo he hecho ahora, veo una gran madurez, menos impulsividad, más sensatez pero la misma o más ilusión.
Al final yo os aconsejaría, si lleváis idea de hacer alguna de estar rutas, que os lo toméis como un camino de aprendizaje, de autoconocimiento, de crecimiento personal e integración en la naturaleza y de relación con vosotros mismos, con la vida y con Dios si, como yo, sois creyentes.
Cuando terminéis seréis otra persona distinta, de eso que no os quepa la menor duda.
A mi ahora me toca seguir madurando todo lo vivido, saborearlo desde la visión que te da el tiempo y la distancia. Cierro esta etapa de retos extremos por el Pirineo, con gran satisfacción y agradecimiento de haberlo podido completar y superar todas las adversidades, de haber disfrutado como creo que nunca volveré a hacerlo y de la suerte de haberme sentido tan acompañado y querido.
Sé que seguiré volviendo al Pirineo cada año, y es que el Pirineo te marca para siempre y te deja un tatuaje de felicidad que nada ni nadie puede ya borrar.
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