Solo es Andar. Entrevistamos a Sergi Latorre.
El GR11 es un sendero de más de 800 km que cruza los Pirineos desde el cabo de Higuer, en el mar Cantábrico, hasta el Cap de Creus, en el Mediterráneo. Un trekking maravilloso que National Geographic incluyó en 2015 en su lista de ocho senderos más atractivos del mundo, un reto deportivo si se quiere, pero por encima de todo, un sueño.
Uno de estos soñadores es Sergi Latorre (Reus, 1976). Sergi realizó la travesía completa y del tirón en el verano de 2021, aunque en realidad, la comenzó mucho antes. La idea llevaba 30 años revoloteando en su cabeza.
De aquella gran aventura, Sergi nos regala este libro escrito con gran amor hacia los Pirineos y el montañismo. Un libro sincero, ameno y divertido. Una especie de guía extraoficial de la transpirenaica imprescindible para todos los que alguna vez la han hecho o sueñan con hacerla.
Hola Sergi,
¿Qué tal? Lo primero, darte las gracias por escribir “Solo es andar: La transpirenaica desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo”. Ya te lo había dicho en algún correo que intercambiamos hace tiempo, pero es que realmente disfruté mucho leyendo el libro.
Hola, Enrique, y gracias por tus palabras. Me alegro mucho de que disfrutaras con mi libro.
800 km, 45 jornadas… ¿cruzar los Pirineos de mar a mar solo es andar?
¡Para empezar es una buena paliza, jajaja! Como cuento al principio del libro, “solo es andar” fue una especie de mantra o idea poderosa, un recurso que encontré para animarme cuando aún tenía dudas sobre si sería capaz de hacer la Transpirenaica entera y del tirón. Excepto algunas trepadas y destrepadas y algún paso de cadenas, el GR11 no tiene ninguna dificultad técnica más allá de los kilómetros y el desnivel (¡que no es poco!), de ahí que “solo sea andar”. Por supuesto, como aventura y experiencia vital es mucho, muchísimo más.
De todas formas, me gustaría añadir que no tiene ninguna dificultad técnica siempre que se tenga experiencia montañera, por supuesto. ¡No me gustaría que por mi culpa alguien se hiciera daño pensando que es un paseo!
En el libro te refieres siempre a tu transpirenaica, ¿qué quieres decir?
Hay muchas formas de hacer la Transpirenaica. Durante el camino conocí a muchos montañeros que la estaban haciendo también, pero mientras algunos tratábamos de hacerla entera otros, por falta de tiempo, la hacían por tramos cuando podían. Otros buscábamos ser independientes y evitar en lo posible refugios guardados u hostales, vivaqueando o acampando cuando podíamos lo que cargaba peso en nuestras mochilas, mientras otros apenas llevaban peso pero se gastaban un dineral en dormir y comer. Luego había gente que la hacía corriendo, otros sin prisa… Y como dijo alguien, un mismo paisaje es diferente dependiendo de los ojos que lo contemplan, así que podría decirse que hay tantas transpirenaicas como montañeros que la hacen. La que cuento en el libro fue la mía pero hay muchas más.
¿Por qué decidiste ir solo?
Bueno, me gusta mucho ir a la montaña o viajar con gente a la que quiero, es muy bonito compartir este tipo de experiencias, pero también me gusta mucho viajar o ir al encuentro de la naturaleza solo. Como bien saben los viajeros y montañeros solitarios la experiencia es muy diferente y, por norma general, más intensa. Y luego está la ventaja de poder tomar decisiones, a veces difíciles y más en una travesía tan larga, con total libertad e independencia y sin condicionar ni ser condicionado por nadie. Pero como también saben los viajeros solitarios, al viajar solo conoces a mucha más gente, y eso ocurrió en mi Transpirenaica. De hecho terminé caminando muchas etapas con otros montañeros que ahora son grandes amigos, así que técnicamente la empecé en solitario pero, a menudo, estuve muy bien acompañado.
No solo tomaste la decisión de ir solo, sino que también prescindiste de algunos lujos como dormir en hoteles y vivaquear como un delincuente
Sí, soy un poco delincuente, me has pillado, jajaja. Lo de prescindir de lujos tiene que ver, además de con la economía, con la filosofía montañera conocida como ultra light, basada en el minimalismo para cargar solo con lo imprescindible ahorrando mucho peso en la mochila. También tiene que ver con cierta concepción, romántica quizás, punk la llaman algunos, de tratar de ser lo más independiente posible al afrontar una aventura como esta, de espabilarme en buscarme la vida sin recurrir a la tarjeta de crédito. Sí que dormí en refugios guardados de vez en cuando, aprovechaba cuando pasaba por parques naturales donde estaba prohibido acampar o vivaquear, y mi espalda agradecía muchísimo, después de tantas noches durmiendo en el suelo, un colchón. Pero en general trataba de vivaquear al raso cuando el clima acompañaba, de aprovechar refugios libres, frontones en los pueblos de Navarra, los pórticos de las iglesias de los pueblos, etcétera. Incluso, una vez, el castillo de madera de un parque infantil donde dormí estupendamente, de hecho.
Cambiando de tercio, naciste en Reus, tienes ascendencia en Benasque, conoces el Pirineo desde niño, una cierta edad… quiero decir, has visto los cambios. Dos cuestiones diferentes o no tanto ¿qué te parece la comercialización de la montaña y la masificación, cada vez más, de ciertas zonas?
Me parece terrible. Como dices, conozco el Pirineo desde niño y he visto cómo, en los últimos años, la montaña se ha masificado y rincones bellísimos que antes eran un secreto montañero ahora parecen las Ramblas de Barcelona. Las causas no las sé, supongo que las redes sociales han tenido algo que ver, también el empeño de las administraciones públicas de hacer accesibles lugares que antes no lo eran, lo que permitía que se conservaran inalteradas, por los ingresos que el turismo genera y cobrando por lo que antes era gratis. Los refugios parecen ahora hoteles con puntuaciones en el TripAdvisor, los precios se han disparado, y pretenden convertir a los guardas en camareros cuando siempre han sido otra cosa. Todo el mundo tiene derecho a disfrutar de la montaña, y al fin y al cabo yo formo parte de esa masa y soy parte del problema, pero creo que el problema principal, consecuencia de esa masificación, es la degradación del medio debido a la falta de cultura montañera o ecológica de mucha de esa gente. Es un hecho que algunas de las zonas más hermosas del Pirineo son las más masificadas y, para sorpresa de nadie, son los lugares donde te encuentras más basura y el entorno más degradado. Eso es trágico. Algún amigo me ha hecho notar, no sin razón, que yo mismo con mi libro contribuyo a esa masificación, que puedo llevar a más gente aún a esos lugares, pero me temo que mi libro va a llevar a muchísima menos gente al monte que la foto de algún influencer en Instagram, y quiero pensar que mi libro es también un manifiesto de esa cultura montañera y que ninguno de mis lectores tirará ni un solo papel al suelo, que sabrá apreciar y respetar ese entorno.
Por otro lado, esa falta de cultura y, por tanto, de experiencia en la montaña, también ha provocado, me contaron los mismos guardas de los refugios, que en los últimos años se hayan multiplicado los accidentes y rescates.
Totalmente de acuerdo. ¿La montaña nos hace mejores personas? Como la pandemia, jaja.
Jajaja. Pues yo no diría tanto, y me temo que gente buena y gente mala hay en todos los sitios, pero sí estoy convencido de que en todos los sitios hay más gente buena que mala, y sí es posible que, en la montaña, ese porcentaje de gente buena sea mayor que en otros lugares. Quizás porque para ir al encuentro de la naturaleza y el paisaje mediante el esfuerzo se presupone cierto espíritu romántico y aventurero, “conquistadores de lo inútil” lo definió de forma sublime Lionel Terray, quizás porque entre montañeros, casi sin excepción que las hay, siempre existe cierta solidaridad y simpatía por compartir una pasión y unas dificultades, quizás porque la montaña nos enseña que todos somos igual de insignificantes y que ella manda pero todos, sin excepción, la amamos, no lo sé. Pero en mi caso concreto, por norma general, en la montaña suelo encontrarme más a menudo con buenas personas que con malas.
Sí, supongo que la montaña tiene algo que es capaz de sacar lo mejor de cada uno. Eres una persona viajada, has visto mucho mundo, has escrito libros sobre ello, pero al final, como Kylian Jornet (jeje), encuentras en casa, en los Pirineos, tu gran aventura. El sueño de juventud.
¡Lo de la Transpirenaica de KylianJornet en ocho días aún no me lo explico, jajaja!
Sí, la Transpirenaica era un viejo sueño de juventud y “sueño” fue una de las palabras que más escuché de otros montañeros cuando hablaban de la Transpirenaica. Estoy convencido de que todo montañero, al saber que existe un camino que cruza de punta a punta los Pirineos, ha pensado que querría recorrerlo algún día. Por otro lado, desde que mis padres nos llevaron a mí y a mis hermanos de niños, el Pirineo fue para mí un lugar muy especial, mágico. En cuanto a lo que dices de encontrar en casa una gran aventura, algo que he aprendido viajando es que, casi siempre, la aventura no depende del “dónde” sino del “cómo”. Sobre esto, en el libro pongo el ejemplo de un amigo que recorrió Tailandia en bici durante seis meses. Yo, por falta de tiempo, recorrí Tailandia en un mes, y aunque ambas experiencias fueron viajes hermosos, el de mi amigo y el mío apenas tienen que ver. Su viaje fue mucho más aventurero, por supuesto.
Del GR11 ¿con qué te quedas?
Uf. Me quedo con muchas cosas. Te diría por supuesto que con los paisajes, con la belleza de tantísimos lugares, podría decirte también que con la gente estupenda que conocí, tanto montañeros como paisanos de los pueblos o guardas de refugio, pero por destacar algo único de la Transpirenaica, no común a cualquier otra experiencia montañera como las que he mencionado, te diría que me quedo con el hecho de pasar tantísimo tiempo viviendo en la montaña. He hecho otras travesías montañeras pero la más larga hasta ahora fue de diez días, las más de cuatro, cinco etapas. Pero tantos días calculando kilómetros y desniveles, los del día y los de los días siguientes, pensando dónde encontraría agua o refugio, mirando el cielo por si la tormenta se alejaba o me caía encima, así día tras día durante un mes y medio casi dos… Esa es una experiencia única que solo he vivido en el GR11.
En las fechas en las que estamos debe haber ya bastante gente preparándose para el GR11. ¿Algún consejo?
¡Que no duerman cerca de campanas! Ahora en serio, un recurso que a mí me fue muy bien para no abrumarme con tal cantidad de kilómetros y esfuerzo, fue dividir la travesía en zonas geográficas: Navarra, Aragón, Cataluña 1, Andorra y Cataluña 2. Cuando empecé me concentré en cruzar el Pirineo navarro obviando el resto, una travesía relativamente sencilla de entre ocho y diez etapas; cuando llegué a Aragón pensé solo en cruzar el Pirineo aragonés, como si estuviera en unas vacaciones de quince días, y lo mismo cuando llegué a Cataluña. Cuando llegué a Andorra allí sí, allí ya me permití el lujo de pensar que la Transpirenaica casi era mía. Pero dividir una travesía tan larga en trozos asumibles creo que hace más fácil el afrontarla, al menos a mí me sirvió.
¡Y bueno, también les aconsejo que se lean mi libro, jajaja!
Por terminar, ¿qué te susurra ahora la vocecilla?
La vocecilla ya hace tiempo que me susurra dos nombres: un trekking en Nepal y México. A ver si hay suerte y puedo hacerle caso en breve.