La hazaña de Nacho Dean, el hombre que dio la vuelta al mundo a pie
«Un viaje de mil millas comienza con un solo paso». Esta famosa frase de Lao-Tse, ha resultado ser de gran inspiración para millones de personas que desean alcanzar sus sueños por más grandes que parezcan.
Este es el caso de un malagueño, Nacho Dean, que decidió romper cualquier paradigma para perseguir su sueño, y emprender un viaje de más de 33.000 Kilómetros para dar la vuelta al mundo andando, pasando por 31 países y atravesando 4 continentes.
En Travesía Pirenaica te contamos está gran hazaña que demuestra como la determinación y el deseo de cumplir un sueño puede superar cualquier obstáculo.
Nacho Dean Mouliaá
Nacho Dean Mouliaá (Malaga, 1980), es el primer español en lograr dar la vuelta al mundo caminando (2.013-2.016) y primera persona en unir nadando los 5 continentes (2.018-2.019).
Su impresionante hazaña le ha llevado a ganar importantes premios, pero más aún, la satisfacción de cumplir un sueño y enviar un mensaje de concienciación sobre la importancia de cuidar nuestro planeta, propósito por el que emprende estos viajes.
La semilla que dio inicio a esta aventura comenzó en febrero de 2011, cuando se encontraba recorriendo el Camino de Santiago. Fue entonces, tras dos semanas de caminata en solitario, cuando comenzó a fraguarse la idea de dejarlo todo y emprender un viaje por el mundo.
Un año y tres meses después de darle vueltas en su cabeza a esta idea que tuvo en el Camino de Santiago, en el verano de 2012 tomó la decisión de emprender su hazaña que comenzaría el 21 de marzo de 2013.
Esta decisión implicaría dejar el trabajo que tenía entonces como socorrista, un sueldo y su casa de Madrid. En pocas palabras, dejarlo absolutamente todo y comenzar de cero.
Tal vez fueron sus experiencias personales anteriores, las que le permitieron considerar esta decisión. Hijo de un marino mercante, su vida iba de un sitio a otro. Tanto es así, que antes de cumplir 20 años, ya había vivido en más de 40 lugares.
Hablando de si mismo, Nacho Dean cuenta que es una persona propensa a viajar y que tiene una intuitiva facilidad para vivir con menos, siendo su principal virtud, el no apegarse demasiado a las cosas materiales.
Un viaje lleno de obstáculos y hermosas experiencias.
En el viaje iba solo, o mejor dicho, con Jimmy, un pequeño carrito de 12 kilos que le permitía llevar las cosas necesarias durante el recorrido, incluyendo la tienda de campaña, esterilla, saco de dormir, botiquín de primeros auxilios, un ordenador, cámara, teléfono y algo de ropa entre otras cosas. Por supuesto, no tenía muchos recursos, pero tampoco necesitaba mayor cosa, le bastaba su curiosidad, sus ganas de conocer el planeta y su deseo por conservar el medio ambiente.
Sin duda, un viaje de tal magnitud no transcurre sin tener que superar ninguna dificultad, y después de cruzar cuatro continentes a pie, sin asistencia y de forma ininterrumpida, las anécdotas y experiencias son innumerables.
Uno de los principales percances que tuvo durante el viaje fue un atraco que sufrió en Lima (Perú), cuando cinco hombres se abalanzaron sobre él para quitarle sus pertenencias y tuvo que salir huyendo con el pantalón roto.
Por otro lado, en Australia también vivió varias noches en las que tuvo dingos alrededor de su tienda de campaña. Los dingos son perros salvajes (no muy amigables por cierto), y seguramente tenerlos aullando alrededor de la tienda, no es como para pasar la mejor noche.
También sufrió una situación tensa en el Salvador, país conocido por las maras, que son pandillas de delincuentes muy peligrosas.
Aunque por supuesto, la mayor parte del viaje fueron buenas experiencias. Una de las que recuerda con mucho cariño fue en el desierto de Atacama, en Chile, entre el Océano Pacífico y la cordillera de los Andes. Observar una noche estrellada es de las experiencias más hermosas de este mundo, mirar al cielo y contemplar lo impresionante de la naturaleza.
También guarda en su memoria los preciosos atardeceres en el mar de Bali, o encontrarse frente a un rinoceronte salvaje en Nepal, a escasos 20 metros. Asimismo relata que, sentirse como en casa en países como Costa Rica, Eslovenia, Malasia o Australia, representó una de las experiencias más gratificantes del viaje.
Después de 33.000 kilómetros a pie, Nacho Dean sacaba esta conclusión al final de su viaje y que deja una enorme puerta abierta a la reflexión. La mayoría de la humanidad es buena, nuestro planeta no es tan grande como parece, lo cual es una razón adicional para conservarlo y cuidarlo.
Pero, cuando pensábamos que esta hazaña ya era suficiente…
Nacho Dean lo vuelve a hacer.
Así es, justo cuando pensábamos que dar la vuelta al mundo a pie ya era irrepetible, Nacho Dean se propuso un nuevo reto personal de unir los cinco continentes en una expedición que denominó Expedición Nemo, en el año 2017.
Según sus palabras, el 70% del planeta es agua, y aunque él había recorrido el mundo caminando para dejar documentado el cambio climático, sentía que tenía una deuda con los océanos. Con esta expedición, Nacho Dean uniría nadando los cinco continentes, para dar un claro mensaje sobre la importancia de conservar los océanos.
A diferencia de la vuelta al mundo realizada a pie, este reto tenía un ingrediente extra, la preparación física. Puesto que nadar no era el fuerte de Dean, y sus conocimientos sobre escalada o senderismo no le servían de nada en el agua, tuvo que entrenarse y aprender las técnicas necesarias para nadar largos recorridos. Un entrenamiento que duró un año y dos meses.
Según palabras de Nacho Dean, «Al principio no contaba con mucha resistencia, pero centré todos mis esfuerzos en mejorar la técnica. Una vez perfeccionada mi técnica, practiqué en ríos, embalses y por supuesto en el mar«.
Esta nueva experiencia le permitió conocer aún mejor el planeta. Actualmente está escribiendo un nuevo libro y haciendo un documental sobre esta expedición. Tras el libro «Libre y salvaje», que habla de la vuelta al mundo a pie, dejará plasmado en su nueva publicación todas las vivencias y anécdotas de una nueva hazaña que lo convierte en un ejemplo de resistencia, perseverancia y constancia.
Volcán Parinacota en los Andes. / Foto: Nacho Dean