Une ranchera empoisonnée
Nous poursuivons la publication des micro-histoires de la troisième édition du concours : Histoires de haute altitudenous vous laissons apprécier avec "Une ranchera empoisonnée», de Felipe Cortés Mayán.
Une ranchera empoisonnée
-par Felipe Cortés Mayán-
En México llegamos a un lugar recóndito lleno de paredes vírgenes por encima de los 200 metros de altura pero todas ellas a la sombra de El Gigante con sus 900 metros de verticalidad.
Nos alojamos en un pequeño pueblo habitado sólo por mujeres. Éramos jóvenes, con cuerpos atléticos y ganas de diversión. Perdí la fidelidad al mes y medio, Gustavo y Andrés sin ataduras al otro lado del Atlántico, disfrutaron cada día de compañía femenina, excepto los que pasamos escalando, que como mucho, sumaron diez.
En la despedida aparecieron unos mariachis o algo parecido, que con pistolas al cincho nos dedicaron este estribillo:
“A los gringos montañistas les decimos sin tapujos que se vuelvan a sus casas como llegaron acá; que dejen nuestras mujeres y se queden con la fama de haber conquistado montañas, de lo contrario, nomás, acaben compartiendo tierra junto de las musarañas”