La leyenda de la Brecha de Rolando
La Brecha de Rolando o de Roland, en el macizo de Monte Perdido, es un profundo tajo a 2807 metros de altitud, de 100 metros de altura y 40 metros de ancho. Un profundo corte en la montaña, como si una fuerza sobrenatural, la de un caballero y su espada, hubiese abierto este pasillo en la roca.
La leyenda de la Brecha de Roland
Según cuenta la leyenda, Roland, sobrino de Carlomagno, no sabemos si el hijo de su hermana Berta y de Milón, o de la relación incestuosa entre el propio Carlomagno y su hermana, fue uno de los caballeros más valerosos y reconocidos del ejercito franco.
Aunque los historiadores, así como la Chanson de Roland (Canción de Rolando/Roldán), uno de los cantares de gesta más importantes de la literatura francesa, sitúan la muerte del caballero Roland en las proximidades de Roncesvalles, esto pudo no ser así, y este pudo haber escapado como sugiere la leyenda que acontece.
Corría el año 778 d.C cuando el mermado ejército de Carlomagno regresaba a tierras galas tras meses de cruentas batallas en el norte de la península ibérica. Tras la conquista de Pamplona (milagro incluido) y al no haber conseguido tomar Zaragoza, estos emprendieron el regreso por el paso de Roncesvalles ante el riesgo de sufrir una dura derrota.
Sus enemigos, un ejército de 400.000 sarracenos según la Chanson de Roland, pagano arriba pagano abajo, les acechaban. Y así, cuando se disponían a cruzar los Pirineos, tuvo lugar el ataque, la conocida Batalla de Roncesvalles. El ataque se produjo sobre la retaguardia del ejército al mando del cual se encontraba Roldán. Como resultado, 20.000 soldados resultaron aniquilados. La totalidad de su ejército.
Roldán, dado por muerto por su tío Carlomagno, herido y aplastado por su caballo, consiguió pasar desapercibido y logró escapar, emprendiendo una huida hacia tierras francesas que lo llevaría hasta Ordesa en tan solo dos días. Una proeza tan solo eclipsada por lo que estaba a punto de suceder.
Tras sus pasos, un incansable ejército sarraceno lo seguía de cerca, incluso con perros que podían seguir su rastro. Roldan, cansado y herido, escaló hasta la cima de la montaña donde se encontró con una barrera infranqueable que le impedía el paso. Exhausto y a punto de ser alcanzado por sus perseguidores, este arrojó su espada Durandarte contra la montaña. No quería que esta cayera en manos enemigas.
«¡Oh, hermosísima espada de brillo jamás oscurecido, de temple inquebrantable, de puño de marfil decorado con pomo de berilo y el emblema del nombre de mi Dios! ¿Quién será el feliz que te posea luego? Porque el tal jamás será vencido ni conocerá el miedo ante el enemigo. Tú destruyes sarracenos y paganos, procurando la alabanza del Señor. Con tu ayuda defendí el nombre de Cristo, arrancando la vida a los infieles. ¡Oh, espada felicísima, de rápida estocada!; jamás hubo en el mundo otra igual, ni existirá. Quien fue herido por ti, muerto quedó por siempre. Doliérame en gran manera si fueras a parar a manos de un cobarde caballero; mucho más, empero, me doliera que un infiel o sarraceno te tocara». fuente: Estella.info / Libro IV del Codex Calixtinus (s. XII).
Tal debió de ser la fuerza con la que lanzó su espada que esta golpeó la montaña partiéndola en dos, permitiéndole ver su amada tierra francesa por última vez. Justo después, sus perseguidores conseguían darle caza, pero este ya había muerto.
La espada Durandarte (supuestamente esa misma espada que lanzó Roland) se podía contemplar clavada sobre una roca junto a la iglesia de San Miguel en Rocamadour, a unos 200 km al norte de Toulouse. Así fue durante nueve siglos, hasta que en 2011 fue extraída para ser expuesta en el museo Cluny de Paris.
Excursión a la brecha de Rolando.
Sea como fuere, la excursión a la brecha de Rolando es una de las rutas más recomendables para visitar la zona. Se puede acceder desde el norte, desde tierras occitanas, donde se sitúa el Parque Nacional de los Pirineos y el majestuoso Circo de Gavarnie, o por el sur, en tierras aragonesas, donde se extiende el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.