Serpientes venenosas de España
El diablo en forma de serpiente tentó a Eva en el Paraíso, el naturalista romano Plinio el Viejo asemejaba estos reptiles a dragones escupe fuegos que vivían en la lejana India, la medusa que según la mitología clásica todo lo que miraba lo convertía en piedra, tenía una cabellera formada por serpientes y el imaginario popular asocia a estos animales a brujería, malignidad, capacidad de hipnosis (como hacia la serpiente Kaa del Libro de la Selva) o les otorga misteriosos poderes de sanación.
¿Pero, las serpientes son tan malas como nos han hecho creer y están al acecho de los incautos humanos? Evidentemente no, como veremos a continuación, son una pieza importantísima en el engranaje de los ecosistemas y si no son molestadas, rehúsan nuestra compañía.
¿Todas las especies de serpientes son venenosas? De las 13 especies que podemos encontrar en territorio peninsular y baleares, solo 5 son venenosas. Y de estas 5, veremos que solo las tres especies de víboras nos pueden causar problemas en nuestras incursiones montañeras.
El veneno como estrategia de caza en las serpientes
Las serpientes son reptiles que depredan sobre sus presas de diferente forma. Algunas matan a sus presas «mordiéndolas» y posteriormente las asfixian por constricción. Esta es la estrategia de algunas serpientes ibéricas como la culebra lisa meridional, la culebra de Esculapio o la culebra de escalera. Pero otras han desarrollado toxinas más o menos potentes para inocular a sus presas y evitar perseguirlas o gastar excesiva energía en matarlas. Este es el caso de las cinco serpientes venenosas que vamos a ver a continuación:
En el primer grupo encontramos dos culebras que «han optado» por tener dos colmillos fijos en el fondo de la boca conectados a una glándula de veneno. Al ser serpientes con poca amplitud mandibular es muy difícil que inoculen el veneno a un humano, pero no imposible.
Como primera representante de este grupo, nos encontramos a la culebra de cogulla (Macroprotodon cucullatus). De dimensiones entre 35 y 50 cm, presente en el norte de África, más o menos la mitad sur de la península ibérica, Mallorca y Menorca. Vive en suelos blandos mediterráneos donde excava galerías y se alimenta prácticamente de pequeños reptiles, como lagartijas.
Y como segundo representante nos encontramos a la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus). Estamos delante del reptil ibérico más grande, puede llegar a medir 200 cm. Se distribuye por la cuenca mediterránea y lo podemos encontrar en terrenos abiertos y de vegetación herbácea, matorrales, cultivos, basureros, márgenes de bosque… Las hembras y los juveniles son de color marrón y con manchas blancas. Los machos son verdosos y con una característica mancha negra. Es un gran depredador en los ecosistemas mediterráneos y controla las poblaciones de insectos, reptiles, aves, conejos… Se ha dado algún caso anecdótico de mordedura y posterior inoculación de veneno en humanos.
Pero, sin duda alguna, las serpientes con venenos más eficientes y colmillos retráctiles en la parte delantera de la boca, son las víboras. En España tenemos tres especies. Las tres son de tamaño pequeño, entre 50 y 80 cm, de cabeza triangular, con «cola» más estrecha, claro diseño en zigzag en el lomo y pupila vertical.
La primera es la víbora de Seoane (Vipera seoanei), la única que vive en climas más húmedos, se distribuye por el norte de Portugal y en toda la cornisa cantábrica, Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, norte de Navarra y entra tímidamente en el suroeste francés. En la cordillera Cantábrica, se localiza desde el nivel del mar hasta los 1900 metros de altura y la podemos encontrar en prados, matorrales y lindes de bosques. Se alimenta de anfibios, reptiles y roedores, siendo un gran controlador de sus poblaciones.
La segunda que veremos es la víbora áspid (Vipera aspis), de distribución europea, en España la encontramos en el norte de Cataluña y Aragón, Navarra, País Vasco, Rioja y alguna provincia de Castilla-León. Es la única especie de serpiente venenosa que podemos encontrar en los Pirineos hasta los 3000 metros. Si nos muerde, no hace falta foto, ni mucho menos extraerla de su medio para una posible identificación. Habita prados, bosques, cultivos abandonados, terrenos pedregosos… Se alimenta de micromamíferos principalmente.
Y la tercera, la víbora hocicuda (Vipera latastei). Fácilmente reconocible por tener el «morro» u «hocico» levantado. Se distribuye por el norte de África y por las zonas de la península donde no están las otras dos víboras. Aunque se pueden dar casos de reproducción entre dos especies en las zonas de contacto, en biología esto se conoce como «hibridación». La encontramos desde el nivel del mar hasta los 3000 metros de Sierra Nevada. Habita terrenos abiertos, muros, cultivos, márgenes de bosques… Los juveniles comen lagartijas y pequeños lagartos, mientras que los adultos depredan sobre roedores y crías de aves.
Comentar que las tres especies de víboras suelen parir las crías en los meses de verano. Cuanto más «inexperta» es una serpiente, más fácilmente muerde y no hemos de olvidar que aunque sean pequeñas, «son matonas».
¿Qué hacer si te encuentras con una serpiente?
No es fácil encontrarse con un animal y mucho menos con una serpiente huidiza. Si frecuentamos mucho la montaña, las podemos encontrar por los márgenes de los caminos, donde suelen salir a cazar o en las carreteras donde regulan su temperatura corporal. El consejo básico es evitarlas, normalmente ellas harán lo mismo. A veces las podemos encontrar en mitad del camino y si las molestamos se ponen en posición de defensa, simulando atacar o «bufando» para asustarnos. Si buscamos un sitio para reposar o nos sentamos encima de una piedra, no está mal levantarla por si encontramos un animal debajo. En todos los casos, el sentido común es el que manda.
¿Qué hacer y no hacer si te muerde una serpiente?
Si tenemos la mala suerte que nos ha mordido una víbora, lo primero que tenemos que hacer es mantener la calma y relajar la extremidad donde nos ha mordido. Comprobar si nos ha rasgado la piel con los colmillos, señal que nos habrá inoculado el veneno (a veces muerden como defensa, pero con los colmillos retraídos en el techo de la boca). No correr, ni moverse bruscamente, ya que esto aceleraría la difusión de la toxina por el torrente sanguíneo. Desinfectar la herida y desplazarnos a un centro de salud con la máxima celeridad posible.
¿Me tendrán que poner un suero antiofídico? Dependerá de muchos factores: de tu masa corporal en relación con la cantidad de veneno que te haya inyectado, tu estado de salud, tu edad (los niños por su poca masa corporal y las personas mayores son más sensibles a los tóxicos), tu hipersensibilidad a los venenos…
Lo que no tengo que hacer (y he visto muchas veces por la tele): no succionar la herida y escupir luego el contenido, (ni con un «aparato succionador» innecesario que está en el mercado), no cortar, ni hacer incisiones en la herida para eliminar el tóxico, no vendar la herida (los venenos inflaman los tejidos y las vendas serían contraproducentes). Y como hemos dicho antes, no capturar o matar la serpiente, para su posterior identificación. Si me ha mordido una serpiente venenosa en España, es una víbora.