Educación en Seguridad en Montaña / Foto: Toomas Tartes (Unsplash)
Educación en Seguridad en Montaña / Foto: Toomas Tartes (Unsplash)

Educar en seguridad en montaña: creando montañeros seguros

Salir a la montaña con chavales no es algo extraño. Normalmente, queremos transmitir a nuestros niños el profundo amor que sentimos por el medio natural, las cimas y los valles.

Los peques no salen únicamente a la montaña con sus familias. También pueden hacer actividades de tiempo libre, campamentos… En cualquier situación, bien por ser un pariente cercano a los menores o por trabajar en el tiempo libre, educar en montaña segura es la inversión de futuro para conseguir montañeros seguros y felices.

¿Montañeros seguros?

En este boletín se ha hablado en numerosas ocasiones de la importancia de la seguridad en montaña, y de la gran labor que hace Montaña Segura, con su lema #PlanificaEquipaActúa. Es un lema que toda persona, cuando realice una actividad en montaña, debería tener presente. ¿Los peques también? Sí, los peques también.

Las actividades en el medio natural SIEMPRE conllevan un riesgo, el riesgo 0 no existe. Sin embargo, el riesgo puede abordarse. Alberto Ayora, actual presidente de la FEDME, nos lo ilustra con las siguientes palabras: “Gestionar el riesgo no significa anularlo. Es gestionar la aventura, el error y la adversidad de manera global, todo en uno. Un proceso que comienza con la identificación clara de los peligros, y continúa con su correcta evaluación para determinar el grado de riesgo real, e intentar minimizarlo con adecuadas medidas de control.”

Y continúa: “Las personas dadas a improvisar son víctimas potenciales de sufrir un accidente y esto va muy ligado a una falta o mala planificación. Eso se traduce en una mala preparación de la ruta, fallos de orientación, mal cálculo de horario, equipo escaso o deficiente… La improvisación ataca tanto a personas expertas como inexpertas. Hay que promover conductas seguras y desterrar la idea de la fatalidad de los accidentes.”

Cuando le preguntan sobre la gestión del éxito, comenta: “El éxito, no solo en montaña, en la vida, es disfrutar con los que uno hace. No es alcanzar una meta a toda costa. Lo fundamental es disfrutar con la planificación de los objetivos y a la vuelta analizar cómo los hemos logrado.”

Si planificamos, nos equipamos y actuamos con ellos, estaremos educando en montaña segura, estaremos creando montañeros seguros (y, seguro, más felices). Somos las personas más adecuadas para llenar la montaña de gente responsable.

La montaña (y el medio natural) como torrente educativo.

Nadie en su sano juicio negaría que un valle, un río, una pradera, un glaciar, etc. son torrentes de educación no formal (¿¿por qué “no formal”?? Porque no están sentaditos en el aula). A nuestros chavales les pueden surgir miles y miles de preguntas en estos parajes. Es tan amplio lo que se puede enseñar en la montaña (educación en valores, educación ambiental, zoología, botánica, meteorología, educación social, gestión del riesgo…) que sería imposible abarcarlo en un solo artículo. La seguridad en montaña debería ser el primer aspecto para tener en cuenta a la hora de realizar las rutas con los menores y, por tanto, lo primero en lo que se debe educar (cuando éstos estén listos para adquirir dichos conceptos).

Conceptos previos: contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales.

Los contenidos son el conjunto de saberes. En la educación existen tres tipos de contenidos: contenidos conceptuales, contenidos procedimentales y contenidos actitudinales.

  • Los contenidos conceptuales (“saber”) se refieren al conocimiento que tenemos sobre los hechos, los conceptos, los principios y las leyes, que se expresan con un conocimiento verbal.
  • Los contenidos procedimentales (“saber hacer”) se refieren a cómo se ejecutan acciones interiorizadas, como las habilidades intelectuales y motrices; abarcan destrezas, estrategias y procesos que implican una secuencia de acciones u operaciones que deben ejecutarse de una forma ordenada para conseguir un fin.
  • Los contenidos actitudinales (“ser”) están constituidos por valores, normas, creencias y actitudes dirigidas al equilibrio personal y la convivencia social.

Estos contenidos deben abordarse de manera conjunta, nunca de manera aislada.

De esta forma, en todo el proceso #PlanificaEquipaActúa deben transmitirse contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales. No sirve de nada explicar conceptos a los peques de forma pasiva, sentados en una mesa.

Para educar, primero hay que educarse.

Está claro que nadie tiene el conocimiento absoluto de todo. Pero para educar en seguridad en el medio natural, hay que ser humildes y formarnos primero nosotros. Existen libros, artículos, revistas, páginas web… que aportan información sobre esto. Recomendamos la página web de Montaña Segura, ya que se dedican profesionalmente a formar en este aspecto; junto con los libros de Alberto Ayora “Gestión del Riesgo” y “Riesgo y liderazgo”.

Hay que tener en cuenta que los conocimientos deben renovarse. De nada sirve haber leído un artículo sobre gestión del riesgo en el medio natural hace 20 años. Seguro que nos olvidaremos de conceptos, destrezas, habilidades, procedimientos… Y al reciclarse, se aprenden siempre cosas nuevas, formas más dinámicas de enseñar, etc.

Educar en #PlanificaEquipaActúa.

Lógicamente, en función de la edad, los conocimientos y la actitud del menor, se transmitirán unos conceptos u otros, más o menos técnicos, y se le dejará asumir más o menos responsabilidades.

Planifica con seguridad

En toda actividad existe la planificación. Implicar a los chavales en la planificación de la actividad les hará partícipes desde el primer momento de la actividad, sentirán “suya” la ruta y crecerán en responsabilidad; les motivará para seguir interesados en todo lo que sigue.

Teniendo en cuenta la edad y/o la experiencia,

  • A los chavales más pequeños y/o menos experimentados se puede dar a elegir entre 4 o 5 rutas distintas, previamente revisadas por los adultos, con características MIDE similares (¿Qué son las características MIDE?) y adecuadas a su edad y sus capacidades, para que elijan la que más les apetece. Sentarse con ellos y presentarles las rutas, enseñándoles fotos, el recorrido… puede ser una buena idea.
  • A los chavales más mayores y experimentados se les puede decir que se quiere hacer con ellos una actividad de montaña, para (por ejemplo) este fin de semana. Acotando una zona/parque natural… y, si se quiere, otros aspectos (longitud, desnivel, etc.), les incentivamos a que busquen una ruta que les apetezca realizar. En este caso, tendrán cientos de opciones distintas que nosotros tendremos que cribar a posteriori.

Es muy importante justificar, en cada caso, el por qué rechazamos una opción, bien diciéndolo directamente, bien haciéndoles reflexionar sobre por qué no (o sí) es una buena idea.

  • ¿Por qué crees que esta ruta no deberíamos realizarla?
  • Son 18 km. Mira el tiempo estimado para realizarla.
    Ahora, busca a qué hora amanece y anochece.
    ¿Crees que nos daría tiempo a terminarla antes de que anochezca?

Sea cual fuere la opción elegida, es muy recomendable haberla realizado con anterioridad. Así, conoceremos la ruta al completo, sabremos si es apta o no, si los tiempos estimados pueden corresponderse con la realidad fielmente, etc. No deben olvidarse los planes alternativos (plan B), de los que los niños pueden ser también partícipes.

Suele ser bastante atractivo para los chavales alcanzar una cima, por pequeña que sea. No obstante, dar importancia únicamente a coleccionar cimas puede derivar en que infravalorar el resto del recorrido, que realmente es lo que importa, y llegar a, en caso de que realicen una ruta que no pasa por ningún pico, que sientan el recorrido como “incompleto”. En esas edades, los mínimos detalles importan en cuanto a educación, y hacer que valoren las actividades al completo, desde el principio (planificación) hasta el final (vuelta y evaluación) puede significar una importante diferencia en el futuro.

Sacar el mapa en papel de la zona o, en caso de no tenerlo, emplear cualquier herramienta informática (Mapa a la Carta) para obtener el mapa, nos permite crear en los peques una visión global del recorrido. También puede emplearse un visor donde cargar el track de la ruta (Iberpix, Google Earth…) e, incluso, sacar el perfil (Iberpix, Perfils) para que vean los desniveles.

Calcular con los niños la distancia, los desniveles y los tiempos MIDE sobre el mapa, decidir la hora de salida o emplear la utilidad MAPA para descargar las fichas de actividad, el mapa del recorrido y toda la información de la actividad junta también ayuda a que entiendan la actividad.

Otra actividad interesante es consultar la meteorología, empleando la web de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), AEMET Montaña, consultar webcams de refugios por los que se pase en nuestra salida, etc.

Equípate correctamente.

De nada sirve hacerles la mochila a los peques, al igual que tampoco sirve hacerla con ellos sin explicar por qué se incluye o no cada prenda.

Montaña Segura propone el juego ¿Al armario o a la mochila?, en el que tenemos cartas con materiales varios que podemos encontrar por casa y, tras seleccionar el tipo de actividad (travesía, alta montaña, senderismo) y la época del año (verano, otoño, primavera, invierno), deberemos elegir qué material nos llevaremos y qué material dejaremos en casa.

Emplear una terminología, cuanto menos curiosa y de cosecha propia, para distinguir lo que deberíamos llevar con nosotros en la mochila de lo que no, puede resultar atractiva y clarificadora para los chavales: los paporsis y los yaques.

  • Meteremos el chubasquero en la mochila pa’ por si llueve (chubasquero = paporsi).
  • Ya que llevo la bolsa de aseo, puedo meter el peine (peine = yaque).

Luego, meteremos en la mochila los paporsis y dejaremos en casa los yaques.

Otros aspectos curiosos que pueden explicarse a los chavales mientras nos equipamos juntos son:

  • Los colores de la ropa de montaña. Que el pantalón sea de color azul intenso o naranja no es porque al de la tienda le parezca más bonito, sino porque, de esta forma, seremos más visibles en caso de ser necesario.
  • El botiquín y la manta térmica. Desdoblar la manta térmica y simular una intervención (hipotermia, golpe de calor, vivac, señalización…) será la forma más divertida de aprender.
  • La importancia de la protección contra el sol (crema solar, gafas de sol).
  • El material de reparaciones (bridas, hilo y aguja, cinta americana…).

Si encargamos al menor el llevar parte del material conjunto (material de reparaciones, botiquín), éste se sentirá una pieza muy importante de la aventura, multiplicando su motivación enormemente. (Con respecto al botiquín, hay que tener muy en cuenta la edad del chaval, asegurándose de que sabe lo que está llevando, y no exista riesgo de accidente por ingesta, pinchazo, corte, etc. por una mala gestión del botiquín. La supervisión del adulto debe ser continua, y nunca se dejará medicación a un menor sin autorización expresa de su padre, madre o tutor legal).

Actúa con prudencia.

Por mucho que hayamos planificado correctamente y nos hayamos equipado bien, si no actuamos con prudencia de nada servirá lo anterior. Una de las mejores formas para que los peques sean conscientes de ello es que tomen el papel de “guías”. Ellos serán los encargados de despertarnos (o elegir la hora de levantarse), decidirán si a lo largo de la actividad estamos cansados o si vamos bien y estamos disfrutando, se encargarán de llevar el ritmo correcto, sin dejar a nadie atrás, elegirán cuándo hacer las paradas… Realmente, este pequeño juego sale bien si nosotros nos lo tomamos en serio, generando pequeñas situaciones (aunque siempre controladas y nunca aumentando el riesgo) para que el chaval tenga actuar (remolonear en la cama, rezagarse un poco del grupo, etc.).

Durante la propia ruta puede aprovecharse para ir aprendiendo sobre meteorología, sobre todo si llevamos una guía de identificación de nubes (como el de la Organización Meteorológica Mundial).

Competencias transversales.

Aunque muchos aspectos ya tratados son, en esencia, transversales a #PlanificaEquipaActúa, hay concretamente dos que lo son específicamente: el mapa y la brújula, y el GPS.

Actualmente, prácticamente las pequeñas generaciones tienen móvil. Enseñarles a utilizar el GPS para orientarse, cargar mapas y tracks, seguir y grabar sus propios tracks… es una forma de promover un buen uso de las nuevas tecnologías. La aplicación Mapas de España está disponible en Google Play (y su homóloga Oruxmaps lo está en App Store y en Google Play), y les resultará más sencillo aprender a manejarla que a nosotros, seguro.

Ahora bien, nunca se debe olvidar la importancia de llevar siempre (sí, SIEMPRE) el mapa y la brújula. De hecho, cada chaval debería llevar su propio mapa (aunque se trate de una fotocopia) y una brújula. Y tan importante es el llevarlos como el saber utilizarlos. Jugar con ellos es siempre la mejor forma de aprender a manejarlos:

  • Ese pico/collado/pueblo, ¿cómo se llama? (si nuestro mapa incluye toponimia).
  • ¿Hacia dónde está el sursuroeste?
  • ¿Cuántos metros de desnivel hemos acumulado en esta última subida?
  • ¿Qué rumbo toma ahora el camino?

Uno de los mejores y más divertidos juegos empleando GPS (y mapa y brújula si nos hubiera dado tiempo previamente a marcar la ubicación en el mapa) es el Geocaching. El Geocaching es una actividad que se basa en esconder y encontrar «tesoros» (objetos que dejan los usuarios) con ayuda del GPS. Así, una persona obtiene las coordenadas de un objeto, trata de encontrarlo y deja otro a cambio para que el resto de las personas puedan seguir jugando. Podríamos esconder nosotros mismos estos tesoros, pero una comunidad de usuarios ya se ha ido encargando de ello, y se dispone de esta información descargándose la aplicación Geocaching®. Además, ¡nosotros mismos (y nuestros peques) podemos añadir tesoros en ubicaciones nuevas!

Geocaching: una gran forma de salir al aire libre
Geocaching: una gran forma de salir al aire libre

Sí, montañeros seguros.

Si has llegado hasta aquí, querido montañero, es porque realmente eres consciente de la importancia de educar en seguridad en montaña, el valor de conseguir que los más pequeños de la casa crezcan conociendo los riesgos que existen en el medio natural y cómo gestionarlos. En definitiva, crees que es importante conseguir nuevos montañeros seguros y felices. Así que, ahora, tómatelo con calma, porque esto no es un trabajo de una tarde, sino más bien una labor casi de por vida. Recuerda las palabras de Roger Baxter-Jones: “Regresad vivos, regresad como amigos, llegad a la cumbre. Por este orden.”

Este artículo ha sido elaborado por Alejandro Martín Rodríguez, a partir de conocimientos y experiencias personales, material de la campaña Montaña Segura, los libros “Gestión del Riesgo” y “Riesgo y liderazgo” de Alberto Ayora y las Actas del simposium sobre seguridad en deportes de montaña.

Publicaciones Similares