Las 10 montañas más bonitas del Pirineo
Las 10 montañas más bonitas del Pirineo, difícil elección, porque, ¿cómo se mide la belleza de una montaña?
En todo caso, una grata tarea la de pensar en cuáles podrían ser las 10 montañas más bonitas del Pirineo pero injusta, irremediablemente. Porque entre cientos, o más bien, miles de montañas, por qué escoger esta y no aquella, o por qué 10 y no 14 o 27. Al final, no deja de ser una elección, así que, para ser más justos, diremos que estas 10 montañas son las más bellas para nosotros. Esperamos que os gusten.
Pero antes, algunos apuntes. En esta elección hemos intentado que de alguna forma estuviera representado todo el Pirineo, que apareciesen grandes montañas y no agujas secundarias o de poca entidad, montañas esbeltas pero sin obsesionarnos en los últimos metros. A veces un pico no es, sino la culminación de todo un macizo formado por valles y barrancos de extraordinaria belleza, estoy pensando en el Monte Perdido con Ordesa, Pineta, Añisclo, Escuaín…
También hemos tenido en cuenta la historia y el simbolismo de la montaña, que suelen ser sinónimo de belleza, y que como un monumento o una obra de arte, convierten a un montón de piedras en un sueño por el que algunos, hasta perdieron sus vidas.
No nos enrollamos más, estas son nuestras 10 elegidas.
Orhi (2.019m)
El Orhi (2.019m) no es solamente la primera montaña que rebasa los 2.000 metros de altura viniendo desde el Cantábrico, sino que sobrepasa en casi 400 metros a la anterior montaña más alta, Bizkarzé (1.656m).
Se podría decir que el Orhi es la primera gran montaña de los Pirineos, la primera con forma de montaña, con largas y afiladas aristas que confluyen en la cima y una cara norte que alberga dos circos glaciares, el de Alüpiña y el de Atxurterria, por donde hay trazadas varias líneas que se escalan en invierno.
A pesar de su modesta altitud, por su relevancia dentro del entorno, el Orhi es perfectamente identificable en la lejanía, incluso a cientos de kilómetros, lo que le da un cierto aire a coloso.
Hacia el norte, el Orhi muestra su vertiente más abrupta, dominando el valle de Larraine 1.400 metros por encima; hacia el suroeste, el Orhi contempla la selva de Irati como lo haría un rey desde lo alto de su castillo, sin pueblos ni carreteras que lo domestiquen; por el sur y el este, la carretera del Puerto de Larrau facilita un rápido acceso que convierten a esta ruta, en la elegida por la mayoría para alcanzar su cima.
Anie (2.504m)
Si antes habíamos dicho que para muchos la primera gran montaña de los Pirineos viniendo desde el Cantábrico era el Orhi, para otros, esta sería el Anie.
El pico de Anie o Auñamendi, es la montaña más alta del macizo de Larra y la primera en superar la barrera de los 2.500m desde el oceano Atlántico. Es una montaña de líneas sublimes, una pirámide perfecta que domina la gran meseta kárstica de Larra, que se extiende a sus pies como si de un glaciar petrificado se tratara. Una ascensión imprescidible.
La guía Joanne de los Pirineos de 1868 recoge que esta montaña había sido convertida en el Olimpo para los vascos y que con ella daban nombre a toda la cadena pirenaica. Ubicada por completo en tierras bearnesas pero muy cerca de Navarra y el País Vasco francés, esta montaña recibe los nombres en euskera de Aunhemendi y Auñamendi. Auña, que en roncales significa cabrito, se traduciría por tanto como “Montaña del Cabrito”. Mismo significado que en suletino, “ahü’ñe”, pero distinto de “ahun”, que significaría, azotada por el viento.
La primera ascensión de la que se tiene constancia corrió a cargo de Henry Reboul en 1786, durante los trabajos que los gobiernos francés y español habían iniciado en 1784 para delimitar la frontera. Para algunos autores, esta ascensión marca el inicio de la conquista de los picos importantes del Pirineo.
Midi d’Ossau (2.884m)
Para muchos, la montaña más bonita del Pirineo. A priori, el Midi d’Ossau podría presentarse como la montaña de aspecto más innacesible de todo el Pirineo (después no es para tanto y su vía normal no pasa de PD), como una especie de Cervino/Mattehorn del Pirineo.
Su solitaria y abrumadora presencia, su aspecto inaccesible desde todos los ángulos, con desproporcionados murallones por los cuatro costados, y su visibilidad hacia el valle de Ossau y en general, hacia cualquier punto elevado, no pasan/pasaron desapercibidos. Por eso y por más, el Midi d’Ossau fue tempranamente ascendido en 1782 por un pastor del valle de Aspe, y no hay montañero que al verlo por primera vez, no sienta la llamada alcanzar su cima, y eso, a pesar de no alcanzar la simbólica cifra de 3000 metros.
De aspecto compacto, cuando uno se aproxima descubre que, además del Petit Pic, la montaña se compone en realidad de varias puntas. Asi qué, una vez ascendido el Grand Pic, si uno tiene cierta vocación escaladora, enseguida deseará recorrer las normales de su sombría cara norte, ascender al Petit Pic, realizar la travesía de las 3 puntas, la de las 4 puntas y descubrir todos los vericuetos que esta colosal montaña ofrece más allá de sus muros y de sus escaladas estivales.
Balaitous (3.146m)
El Balaitous, la primera cumbre principal en superar la barrera de los 3.000 metros de altitud, se yergue majestuosa sobre el eje axial de la cadena pirenaica, proyectando vertiginosas aristas graníticas hacia cualquiera de sus vertientes.
Las más famosas, la de las Frondellas, que alberga un elegante puñado de tresmiles; la del Diablo, con la Torre de Costerillou, el tresmil más complicado de ascender; o la arista noroeste, la de la Aguja Lamathe.
Sea como sea, subir el Balaitous no es una empresa que se logre sin esfuerzo. Todos sus itinerarios son largos, con desniveles que superan los 1600 metros, y siempre con algún pasaje de escalada para darle más emoción. La Gran Diagonal (F+), la brecha de Latour (PD), la vira Beraldi (PD-) y la chimenea de la Neous (AD-), son sus rutas normales.
Vignemale (3.296m)
El Vignemale o Comachibosa, es la montaña más alpina de los Pirineos. Eso es exactamente lo que parece, como si un trocito de las grandes montañas de los Alpes hubiese sido arrancado para ser colocado en este lugar.
Apodado el Señor del Pirineo, su extraordinaria cara norte no tiene parangón, 800 metros de verticalidad en los que han sido trazadas las líneas más audaces y famosas del pirineismo, como la Norte Clásica, escalada en 1933 por Henri Barrio y Robert Bellocq, y como no, el archiconocido Couloir de Gaube (año 1.889), la escalada en nieve y hielo más codiciada del Pirineo, lograda por Henri Brulle, Jean Bazillac y Roger de Monts, con los guías François Bernat-Salles y Célestin Passet, y resuelta con maestría por este último tras haber tallado 1300 escalones y superar el paso clave del bloque empotrado gracias a la ayuda del célebre piolet Flor de Gaube, que Brulle había traído del Oberland para la ocasión.
El macizo del Vignemale, por historia, por envergadura y por altura, forma junto con los de Monte Perdido y Maladetas, la trilogía de grandes macizos pirenaicos. El del Vignemale es además, el único cuyo glaciar, el tercero por extensión en 2016 con 37ha, conserva su lengua.
Precisamente, a través del glaciar de Ossoue asciende la ruta normal, ruta para la que es imprescindible el uso de piolet y crampones, lo que añade un punto más de épica a esta ascensión. Desde el lado sur, la Pique Longue no es visible. Hacia este lado, lo más destacado son las marmoleras que exhibe el Montferrat hacia el circo de Labaza, por donde asciende la ruta normal por el sur a través del corredor de la Moskowa, por donde fue conquistado por primera vez.
Monte Perdido (3.348m)
«Cuando se ha visto a la más hermosa de las montañas graníticas (Mont Blanc), falta ver la más hermosa de las montañas calcáreas: el Monte Perdido». (Louis Ramond de Carbonnières).
Apodado el gigante pirenaico, el Monte Perdido o Punta Treserols, es la tercera montaña más alta del Pirineo (cuarta teniendo en cuenta la Punta d’Astorg) y la montaña de roca caliza más alta del continente europeo. Por eso, no es de extrañar que aquí se siga explorando en busca de las simas más profundas del mundo.
El conjunto Pirineos-Monte Perdido fue declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 1997, si bien, la belleza de este lugar no había pasado desapercibida, y mucho antes, en 1918, ya había sido creado el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el segundo más antiguo de Europa tras el de la “Montaña de Covadonga”, ese mismo año.
El Monte Perdido es dentro de las montañas pirenaicas, una montaña desmesurada. En su cara norte, oculta hacia el país galo (de ahí su nombre) cuelga el segundo glaciar por extensión del Pirineo. A sus pies el lago de Marbore, que recoge las aguas del glaciar, desagua hacia el valle de Pineta en una sucesión de cascadas que resulta imposible describir. Un valle en forma de “U” tan profundo como pocos, o mejor dicho, como ninguno. Al sur, la Garganta de Escuaín, el cañón de Añisclo y el valle de Ordesa, completan un paisaje tupido por bosques de pinos, abetos y hayas que convierten a este espacio, en uno de los destinos más apreciados de toda la cordillera.
Como nota histórica, aunque la primera ascensión documentada corresponde a Ramond de Carbonnières en 1802, de una forma más que probable, esta pudo realizarse 9 años antes por Vicente de Heredia o por algún pastor de la zona.
Neouvielle (3.091m)
El Pic de Neouvielle (3.091m), sin ser el más alto, es el más visible de los tresmiles del macizo. Su silueta escarpada de apariencia inexpugnable, vista desde los lagos de Aumar y de Aubert, trás la afilada punta Ramougn (3.011m), es el símbolo más reconocible de todo el macizo. La belleza de este pico, unida a la baja dificultad de la ruta, lo convierten en el más visitado de los tresmiles del macizo. Un pico totalmente recomendable para iniciarse en los tresmiles o simplemente, disfrutar de una naturaleza excepcional.
El macizo del Neouvielle, Reserva natural desde 1936, integrada en el extremo Este del Parque Nacional de los Pirineos franceses, es uno de los macizos graníticos más bellos de todo el Pirineo. Su interior alberga un sinfín de lagos (unos 700) y de picos sumamente recortados (19 de ellos por encima de los 3.000m) de los que se descuelgan interminables aristas graníticas. Resistiendo al calentamiento global subsisten algunas reliquias glaciares, la más significativa, el glaciar de Pays Bache en el Pic Long. Los que rodeaban al Neouvielle (en occitano nieve vieja) hoy solamente son neveros permanentes que ya no hacen honor al nombre.
Como decimos, la ruta normal al Neovuielle desde el lago de Aubert, por la brecha de Barris y lo que queda del glaciar, es una ruta “fácil” muy recomendable. Si nos va el “rock and roll”, una opción interesante consiste en empalmar el Neouvielle con la Punta Ramougn (PD+). Otra opción de lo más recomendable, pero solo para escaladores, es la arista de los Trois Conseillers. Una de las escaladas más prestigiosas y “fáciles” (D-) de todo el Pirineo. Una de esas denominadas imprescindibles, clásica entre las clásicas, con roca de calidad y gran ambiente.
Mont Valier (2.838m)
¡Que montaña tan majestuosa!. Su silueta resulta inconfundible y, aunque no sea el pico más alto de la región, “Le Seigneur de l’Ariege” es la montaña más emblemática y deseada de toda la zona.
Situado en el Couserans, al Oeste del Ariège, forma junto con los picos de Mauberme y Barlonguéra, el tridente de picos más deseados de la zona.
Situado ligeramente al norte del eje axial de la cadena pirenaica, es por derecho propio uno de los grandes picos pirenaicos. Sus 2 vertientes principales, las que vierten hacia los valles franceses de Riberot (Oeste) y Estours (Este), se desploman 1600 metros. Hacia el sur, hacia la Noguera Pallaresa, en el valle de Arán, también es una montaña accesible, hacia dónde cae 1200 metros. Las rutas más frecuentadas transcurren desde el puente de Perosa, al sur, y desde el refugio de Estagnous, al norte, en plena ruta Pass’Aran.
Según cuenta la leyenda, su nombre proviene del obispo San Valerius, primera persona en alcanzar su cima en el siglo V.
Els Encantats (2.748m)
A pesar de no alcanzar los 3.000 metros de altura, a pesar de que ni siquiera llega a ser una de las montañas más altas del P.N de Aigüestortes i Sant Maurici, Els Encantats, como sugiere su propio nombre, tiene un encanto incomparable que lo hace formar parte de este listado.
Según cuenta la leyenda, el día de Sant Maurici, dos hermanos pastores de Espot, Cristobal y Esteban, decidieron subir a cazar “isards” faltando a la misa. Al parecer, ese año había pocos y pensaron que si madrugaban, podrían estar de regreso al mediodía con alguna captura con que celebrar tan señalada fecha. Al de arriba esto no le debió de gustar y en el momento de la consagración, con todo el pueblo en la ermita, se escuchó un estruendo que sacudió todo el valle. La montaña se había resquebrajado en dos, transformando en roca a estos dos hermanos.
De las dos cimas gemelas, la más alta, el Gran Encantat, es también la más fácil (PD). El Petit Encantat, por ser algo más difícil (AD), por ser más bajo, se subió por primera vez un año después, en 1902. Fecha en la que para entonces ya se habían subido la mayor parte de tresmiles principales.
La belleza de esta doble cumbre se ve potenciada por el entorno, rodeado por bosques de abetos, en el lugar que ofrece la mayor concentración de lagos de todo el Pirineo. Precisamente, su posición adelantada hacia el valle, reflejando su silueta sobre el estany de Sant Maurici, es una de las imágenes más atractivas del Pirineo pero a la vez, uno de los lugares más masificados.
Pedraforca (2.507m)
El Pedraforca es una de las montañas más emblemáticas de Cataluña y una de las más espectaculares del Pirineo. Se puede decir que, aunque incluido dentro del Parque Natural del Cadí-Moixero, el macizo del Pedraforca tiene una estructura propia, desgajado al sur de esta alargada sierra.
La estructura del Pedraforca es muy peculiar. Está formada por dos crestas paralelas con orientación Este-Oeste, unidas por el cuello de la Enforacadura.
Desde el Este, desde Saldes, el Pedraforca muestra su silueta más conocida, que se revela como una montaña caliza de cumbres gemelas emergiendo sobre los bosques de coníferas.
La cresta norte, donde se ubican los picos más altos, el Pollegó Superior (2.507m) y el Calderer (2.497m), es la que alberga su famosa muralla, hostil y sombría, de varios kilómetros de longitud y con una altura máxima de 600 metros. En ella, a partir de la década de los 30, los escaladores catalanes, que ya poseían un alto nivel para la época, comenzarían a abrir las prestigiosas vías de escalada de este pico, grandes clásicas de nuestros días. Uno de sus pioneros fue Lluis Estasen, a quien hoy está dedicado el refugio de la cara norte.
La cresta sur, la del Pollegó Inferior (2.445m), también destaca por la verticalidad y el tamaño de su muralla, con algún itinerario que supera los 400 metros de escalada.
Hoy en día, las rutas normales al Pedraforca son de lo más concurrido del Pirineo por lo que, si queremos disfrutar de la montaña con algo más de soledad, será mejor evitar julio, agosto y fechas señaladas, durante el buen tiempo.