Cómo identificar y tratar el mal de altura

Mal de altura. / Foto: Christopher Burns
Mal de altura. / Foto: Christopher Burns

El mal de altura, también conocido como mal de montaña, es la manera como reacciona el cuerpo precisamente a las alturas. Para sufrir este mal no es necesario estar en la más elevada de las cumbres: en algunos casos se podrán tener los síntomas sólo con estar a unos 2.000 metros sobre el nivel del mar.

Las personas que viven en zonas bajas o costeras, podrán sentir los síntomas al estar a más altura de la que el cuerpo está acostumbrado. Esto sucede porque mientras ascendemos una montaña, menor es la presión atmosférica y se inspira menos oxígeno, produciendo hipoxia o falta de oxígeno en la sangre.

Niveles del mal de altura

El mal de altura se puede catalogar en tres variantes:

  • Mal Agudo de Montaña (MAM). Se trata de la versión más común de esta dolencia.
  • Edema Cerebral de Altitud o de Gran Altitud (ECA o ECGA). Se caracteriza por la presencia de edema en el tejido cerebral. Se altera gravemente, con riesgo para la vida, el sistema nervioso central. Se considera una evolución maligna o forma del MAM.
  • Edema Pulmonar de Altitud o de Gran Altitud (EPA o EPGA). Esta enfermedad se considera una forma o evolución maligna del MAM. Cuenta con la presencia de un edema pulmonar no cardiogénico ocasionado por la altura. Puede tener una evolución fatal y su aparición puede ser súbita.

Causas del mal de altura

Se trata de la forma como reacciona el cuerpo ante la menor concentración de oxígeno que hay en el aire, característica de las alturas.

El oxígeno es necesario para todos los procesos del cuerpo. Conforme se asciende, menor será la cantidad de oxígeno que el cuerpo recibe. Ante esto, el cuerpo reacciona con una serie de síntomas, que en su conjunto se conocen como Mal de Altura o Mal de Montaña (MAM).

Dependiendo de una serie de características que tenga la persona, será más susceptible de sufrir el MAM. Por ejemplo, factores como la altura donde vive regularmente y la edad infieren directamente en el desarrollo del MAM.

La deshidratación del organismo también puede contribuir a acelerar los síntomas del Mal Agudo de Montaña. Sin embargo, no hay que preocuparse, ya que en la mayoría de los casos, los síntomas se reducen o desaparecen, conforme el organismo se va adaptando a las alturas.

Pero tampoco es prudente descuidar los síntomas, ya que algunos casos pueden agravarse e incluso tener un desenlace fatal.

Trekking al Campo Base del Annapurna / Foto: Aaron Benson
Trekking al Campo Base del Annapurna / Foto: Aaron Benson

Prevención

¿Existe alguna manera de prevenir el desarrollo del mal de altura? Afortunadamente, si. En la gran mayoría de los casos, se puede prevenir simplemente realizando la ascensión de manera lenta.

También hay que tener en cuenta que una persona acostumbrada a vivir en una zona baja, podrá sentir los síntomas en alturas menores a otra que vive en una zona más alta.

Por eso, antes de realizar cualquier excursión que implique el ascenso a alturas de más de 3 mil metros, hay que evaluar la condición física de los participantes y de ser posible, consultar al médico.

El organismo generalmente responde muy bien a la altitud si se le da tiempo de aclimatarse, recordando siempre que diferentes personas se pueden adaptar a velocidades diferentes. Lo ideal es tomarse un tiempo y escuchar al propio cuerpo.

Considerada como una “regla de oro” para prevenir el Mal de Montaña, es realizar escalones diarios de un máximo de 500 metros para dormir cada día, a partir de los 3 mil metros de altura  y tomar un día de descanso, sin variar la altura para dormir, cada tres o cuatro días.

Síntomas del mal de altura

Aunque los síntomas del MAM pueden tener diferente intensidad, la primera señal de alerta será el dolor de cabeza. Sea constante o palpitante, un dolor de cabeza es una señal casi segura de que existe un caso de MAM.

Otros síntomas que se pueden presentar son náuseas, vómitos, fatiga, aletargamiento, trastornos del sueño (somnolencia o insomnio), falta de apetito, nerviosismo, alteraciones en la frecuencia cardíaca y episodios de disnea súbita (dificultad para respirar).

Tratamiento del mal de altura

Lo que se considera el tratamiento más efectivo para el MAM es lo más sencillo: llevar a la persona que está sufriendo los síntomas a una altitud menor.

El cuerpo está capacitado para adaptarse a las condiciones diferentes, aunque tener los síntomas y seguir ascendiendo sólo logrará empeorar la situación. Es decir, hay que darle tiempo al cuerpo a acostumbrarse.

Lo indicado sería bajar hasta la altura en la que la persona se sintió bien y descansar hasta que los síntomas pasen.

Síntomas del Edema Cerebral de Altitud o Gran Altitud

El EDA  comienza generalmente como una forma más severa de MAM. Se puede detectar que se ha comenzado a inflamar el cerebro si la persona presenta confusión y falta de equilibrio.

Si la persona no puede caminar en línea recta o no se puede balancear en un pie, es posible que se trate de un caso de EDA.

En este caso, no bastará simplemente descender a una altura menor para que los síntomas desaparezcan, sino que será necesaria también la presencia de asistencia médica tan pronto como sea posible. Puede tener un desenlace fatal si no se trata a tiempo.

Síntomas del Edema Pulmonar de Altitud o Gran Altitud

Los casos de EPA o EPGA no necesariamente deben estar precedidos de un cuadro de Mal de Montaña. En ocasiones, la persona sufre inicialmente de dificultad para respirar, acompañada de tos seca.

Los síntomas de que los pulmones se siguen llenando de líquidos pueden ser mayor dificultad para respirar que al principio, respiración crepitante o borboteante, cansancio súbito, tos húmeda y alteración de los niveles de conciencia.

Una persona de la que se sospeche que está sufriendo de EPA o EPGA debe ser bajada inmediatamente de altura y tratada médicamente con la mayor velocidad. Es una grave enfermedad que puede provocar la muerte si no es tratada con celeridad.

Medicamentos

Hay algunos remedios de venta libre como el ibuprofeno, el acetaminofen y la aspirina que pueden aliviar el dolor de cabeza asociado al Mal de Montaña. Pero, el dolor puede persistir incluso después de haber ingerido el medicamento.

Lo más frecuente es que el dolor de cabeza desaparezca por si sólo, al igual que otros síntomas del Mal de Montaña, una vez que el cuerpo se ha aclimatado a las alturas.

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